A tu amigo Pedro, le llamáis coloquialmente “Betancourt”, porque cuando de niños jugabais al fútbol, él lo hacía de portero y se comparaba con el portero del Real Madrid, Antonio Betancourt. Recuerdas que todos los chavales teníais vuestro ídolo futbolístico. Tú te hacías llamar Ayala, “ratón Ayala”, goleador del Atlético de Madrid. Pero nunca preservaste el nombre del jugador argentino como apodo. Supones que fue porque eras un jugador mediocre que nunca marcaba goles. Esto fue quizá una de las causas por las que no eres muy aficionado al fútbol.

A día de hoy Pedrito “Betancourt” es abuelo de un niño que nació hace un mes, que está destinado, si ninguna fuerza divina lo evita, a ser un forofo hincha del Real Madrid, de esos que no duermen cuando el equipo pierde; y no caben en sí de enorgullecimiento cuando el equipo gana. Aseguro esto porque sé que el abuelo del niño se encargará de adoctrinarlo para que así sea. Eso hizo con su hijo Daniel, el padre de este niño.Y Daniel es un forofo madridista recalcitrante. Das por hecho que si Pedrito “Betancourt” hubiese sido hincha del Barsa, sus hijos y nietos habrían recibido educación futbolera culé. O colchonera si del Atlético se tratara. Pero crees que éste es un adoctrinamiento prácticamente inofensivo, que no va más allá de lo anecdótico. A no ser que el adoctrinado se convierta en uno de esos pocos descerebrados que acuden a los estadios a armar bronca.

Sin embargo, existen otros modos de adoctrinamiento que podrían considerarse nocivos. Sabes de personas que inculcan ideas políticas, religiosas o existenciales a sus hijos desde muy pequeños sin darles la oportunidad de conocer otras propuestas. Niños y niñas a los que se les enseña de forma sectaria a admitir o rechazar conceptos y símbolos políticos determinados. A practicar obligatoriamente una religión a la que serán siempre adeptos, aunque vivan en países laicos. A imponerles creencias sobre hábitos o formas de concebir la vida. Algunos pueden llegar a ser de adultos unos persistentes proselitistas. O unos fanáticos intolerantes que sólo entiendan su doctrina como única. Y eso es lo malo.