He llegado a mi casa golpeado por las noticias. Al ciudadano de a pie le he oído decir: ¿adónde vamos? Tomé un folio para escribir un poema y olvidar... Sólo me salía este pensamiento: La vida es una isla, las rocas son sus deseos, los árboles sus sueños y las flores su soledad. El salvaje hambriento recoge el fruto de los árboles y no lo come. El civilizado ni lo compra, ni lo vende; pero sí, lo come o lo desprecia. Si ves a un esclavo dormido no lo despiertes al menos que esté soñando con la libertad. Me puse una lupa para traducir lo que había escrito y encontré en el almacén de mis recuerdos donde el subconsciente juega al ajedrez, que los políticos, educadores, economistas, demógrafos y sociólogos, científicos, teólogos y líderes de movimientos sociales, están también vivamente interesados en el futuro amenazado y oscuro del mundo y de la humanidad. Ellos también se preguntan sobre lo que está por venir.

La inquietud por el futuro martillea, cada vez con mayor violencia, en todos los campos del quehacer y de la responsabilidad de los hombres, hasta en el fútbol con muerte. ¿Qué va a pasar? No va a pasar nada... que nosotros no queramos. Por supuesto, si seguimos queriendo lo que queremos, el porvenir es oscuro. Si seguimos planificando con tan poca imaginación, las expectativas son escasas y efímeras. Pero, ¿por qué no podemos soñar y superar nuestros esquemas? ¿Por qué no podemos cambiar? Sólo hay futuro para el que espera siempre y es capaz de salir de su pasado.