Los españoles son los europeos que pagan más caro el acceso a internet a una velocidad que es la mitad de la que es habitual en los países avanzados de la UE. Además, Extremadura es la autonomía donde hay menos conexiones de banda ancha. El dato es tan incontestable que la principal compañía operadora del mercado, Telefónica, se ha comprometido a doblar la capacidad de su línea ADSL y por el mismo precio a partir de octubre. Toda una evidencia de que el antiguo monopolio mantiene su posición dominante en el mercado y de que ésta ha perjudicado a los usuarios.

España está en la cola del cumplimiento de los acuerdos de la cumbre del 2000, en la que los Quince se comprometieron a favorecer el desarrollo de las empresas de tecnología avanzada como el mejor medio para ganar en competitividad. En la práctica, eso significaba apoyar a las empresas de telecomunicación --que se habían privatizado en toda Europa-- y propiciar la liberalización del sector. Al Gobierno del PP le faltó convicción para aplicar esa doctrina, y Telefónica aprovechó su posición dominante para retrasar la extensión del uso del cable de fibra óptica con el señuelo de que su tecnología ADSL tenía prestaciones similares. Era un subterfugio comercial que difícilmente podrá repetirse si se liberaliza el sector.