TCtualquier debate puede ofrecernos la posibilidad de indagar en nuestro pasado, de conocernos mutuamente o de lograr soluciones de futuro. Pero entre España y Portugal no siempre se disfrutó de ese tiempo para discutir y compartir porque encima de la mesa había ignorancia y hasta resentimiento. Ese tiempo ha pasado, especialmente en regiones como Extremadura, y Portugal es un país admirado cultural y artísticamente, lleno de posibilidades y con muchas tareas en común por desarrollar.

Cuando se comparte mucho más que una mera ubicación geográfica en el mundo, el debate se hace imprescindible: hoy comienza en Mérida una nueva edición de Agora para hablar de una obra como El Quijote que sigue vigente en España y Portugal, para indagar en los tópicos y estereotipos que tenemos entre nosotros y para intentar apagar de una vez por todas esos incendios que desde hace tres años arrasan nuestros territorios.

De la discusión civilizada no siempre surgen ideas geniales ni varitas mágicas, pero continuar cada uno por su lado sin tratar conjuntamente lo que tenemos en común es asegurarnos el fracaso. Durante seis ediciones han pasado por la región personalidades y autoridades que han hecho de Extremadura el principal escenario para el encuentro de los dos países. Los carteles de nuestras ciudades y comercios se empiezan a escribir en portugués, hay un creciente interés por aprender el idioma y poco a poco, vamos viendo a nuestro vecino con otros ojos. Todavía tardaremos en quitarnos algunos prejuicios pero el camino iniciado no tiene vuelta atrás.

*Profesor y activistade los derechos humanos