WLw os agricultores y ganaderos extremeños, aunque no solo los extremeños, están viviendo una situación límite: sufren, como todos, la crisis; sufren, como nadie, la sequía que está asolando el campo. Sobre el sector agrícola y ganadero se abate, por tanto, la difícil situación de la economía y unas condiciones climáticas más que adversas. Pues bien, con ser ya mucho, aún no es todo porque, además, están padeciendo como en ningún otro momento la rapiña de los intermediarios. Ayer era COAG la que se quejaba; semanas atrás lo hizo UPA regalando fruta (y los lecheros españoles y europeos regando el campo con leche).

El mensaje no cambia: los precios en origen se desploman, como lo pone de manifiesto el Indice de Precios de Origen y Destino, que ha determinado que entre agosto del 2008 y agosto del 2009 los 26 productos agroganaderos de referencia han bajado el precio una media del 21%. Mientras en destino los consumidores pagan algunos productos del campo una cantidad que multiplica por diez lo que recibió quien los produjo. Esta situación que esquilma al sector, que destruye empleo y que embarga el futuro está ya suficientemente acreditada y las administraciones deberían contar con herramientas para ponerle fin. Pero no se hace nada. Ni siquiera se ha implantado el doble etiquetado que, aunque no cambiaría por sí mismo las cosas, al menos informaría a quien se está comiendo una manzana cuánto ha pagado por ella y cuánto ha cobrado el dueño del manzano. Mucho menos parece importar si se puede justificar el progresivo aumento del precio conforme la manzana sube por la cadena que le lleva del campo a la mesa.