Ayer, 22 de marzo, fue el Día Mundial del Agua, y por ello, quiero hacer una pequeña reflexión relacionada con este recurso natural, con el que nos enfrentamos los seres humanos, como es la crisis del agua, de la que depende nuestro mundo y por tanto nuestra supervivencia. Esta crisis afecta sobre todo a los países pobres, que sufren la carencia y/o mal estado del líquido elemento, provocando auténticas tragedias en el ser humano, que dan lugar a la muerte de un niño cada ocho segundos y son la causa del 80% del total de las enfermedades y fallecimientos en el mundo subdesarrollado, padecimientos éstos que pueden prevenirse fácilmente, proporcionando a estos países pobres un mejor acceso al agua y una mejor gestión, y así contribuir a la erradicación de la pobreza.

Hay que señalar asimismo, que el agua dulce, al contrario de lo que se pensaba en el pasado, no es un recurso inagotable e infinito, sino que es frágil y vulnerable, por lo que se hace necesario establecer metas para mejorar su gestión y asegurar el abastecimiento a las poblaciones, que debe ser una de las prioridades políticas, tanto de los gobiernos locales, como regionales y nacionales.

XES POR TODOSx conocido, que la necesidad de retener el agua, es una preocupación histórica de las sociedades, almacenándose con seguridad técnica desde la época romana, y en Extremadura tenemos testimonios de ello, nos referimos a la presas de Cornalvo, construida a finales del siglo I a.C, y de Proserpina que fueron construidas para el abastecimiento de Mérida, la capital romana de la Lusitania.

No obstante, ha sido a partir de mediados del pasado siglo, cuando los embalses han proliferado por todas partes, tanto en países ricos como en países en vías de desarrollo. Ya que el agua, además de origen de la vida, es también motor de la economía, de la sociedad y del medio ambiente.

La necesidad de abastecer a las poblaciones, a la agricultura de regadío o a la industrias, junto a otros destinos como la producción eléctrica, han justificado su construcción, a pesar de los impactos negativos que estas infraestructuras traen consigo. Pienso, que son necesarios y se justifica su realización, máxime, en áreas mediterráneas sometidas a una gran irregularidad climática interestacional e interanual, por lo que muchos de los juicios vertidos por algunos ecologistas radicales cuando declaran que "la era de los embalses ha terminado y que en la actualidad no tienen razón de ser", manifestando que hay que buscar otras alternativas para no destruir el medio ambiente, no parecen tener sentido. Considero, que se trata de un argumento demasiado simplista y que se derrumba por su propio peso, resultando fácil de argumentar, partiendo desde una posición privilegiada como la que ellos viven. Entiendo, efectivamente, que hay que aproximarse o insertarse en la filosofía de desarrollo sostenible y el respeto en la medida de lo posible al entorno natural que nos rodea, pero no hay que olvidar que son las sociedades industrializadas, terciarizadas o avanzadas las que disponen de un mejor nivel de vida y renta per cápita, situación ésta, que no les podemos negar a las regiones más pobres del Planeta.

También quiero señalar que en Extremadura, donde se concentra la mayor reserva hídrica de España, las lluvias han resultado excesivamente generosas este invierno, pero no más que otros del pasado, por lo que los pantanos han tenido que desembalsar grandes cantidades de agua que han ido a parar al mar sin poder ser aprovechadas, máxime, cuando se sabe que cíclicamente volverán los periodos de sequías. Por tanto, se hace imprescindible llevar a cabo nuevas infraestructuras para almacenamiento del agua y evitar de esta forma el derroche de este recurso tan valioso para la vida y el desarrollo.