Según dicen, se ha empleado la expresión que encabeza este artículo para avisar, en otros tiempos, de la caída hacia el exterior de las casas de los vecinos de sus aguas fecales. Podríamos utilizar el paralelismo trasladándolo a nuestra época para reflexionar sobre la caterva de improperios que anuncian el advenimiento de un sinnúmero de presuntos salvadores o resolutores de los problemas. Así, y a modo de ejemplo, la derecha extremeña tiene la innominia de ampararse en el empleo y/o en la juventud para pronunciarse a la hora de establecer diferencias con políticas ya realizadas en y desde nuestra tierra. A falta de referentes mínimamente posibles y propios, de personajes que fueran, aunque sólo lejanamente, creíbles, se utiliza al ministro Zaplana, responsable, sin ir más lejos, del aumento de la precariedad de la cosa en España, para insistir en un presunto fracaso en Extremadura durante los últimos años.

Somos miles los extremeños que, nacidos en los 60 y los 70, terminamos nuestros estudios en la Universidad de Extremadura e iniciamos a continuación una deseada prolífica vida laboral en la región. Por esa razón, casi resulta hiriente el anuncio que, sobre políticas de juventud, podemos ver en la prensa y que advierte/premoniza acerca de la subvención de los contratos. A fuerza de emular se pierde la credibilidad. La confianza tan ansiada.

Los socialistas, sin embargo, seguiremos por la senda de dar oportunidades a los que comienzan su vida profesional. De incentivar las nuevas ideas. De apoyar a los emprendedores. En otras palabras: de visualizar el futuro.