TEtl agua y el viento son dos elementos que se describen siempre dentro de cualquier estudio del medio natural. Se reconocen como parte del estado natural de una zona, sirviendo a veces como factores limitantes al desarrollo de un proyecto o bien como factores beneficiosos para otros. Hoy el agua, y sobre todo si es de buena calidad, y el viento, son dos pilares de una economía que intenta despegar del medio rural mediante gestión privada. ¿Quién es el dueño del agua y del viento? Para muchos esta pregunta conllevaría una reflexión de tipo religioso o espiritual, para otros quizás la ley de agua respondería diciendo que las aguas son públicas y que la Administración puede otorgar concesiones de aprovechamiento; decretos que regula las instalaciones de energía eólica pero no habla de la propiedad del viento por supuesto, sí de las licencias que la administración podrá dar. Todo esto en medio de tanta preocupación (por lo menos esa es la imagen que algunos dan) por el medio rural, como diversificarlo, como conseguir la renta necesaria para fijar población, como traer inversión, cambios de cultivo, etcétera.

Los habitantes rurales de Extremadura hasta hace muy pocos años gestionaban sus aguas a través de sus ayuntamientos, sus aguaciles tasaban los contadores, si los había o si no el ayuntamiento fijaba una tasa para cubrir los gastos locales de gestión; las averías grandes las pagaba la administración provincial o la autonómica, para eso están o estaban; hoy en día son empresas privadas las que gestionan las aguas públicas incrementando el cobro del recibo en un famoso 13% de beneficio industrial que paga el consumidor. La Administración se quita un problema de gestión y una empresa, normalmente, foránea en el capital de la zona, asume la gestión en bandeja, y todo gracias al agua, parte del medio natural de los habitantes de una zona. Y con el viento parece ser que será igual, los habitantes del medio rural tienen viento pero seguirán pagando el recibo de la luz a lo que marquen las multinacionales eléctricas. Si el agua y el viento tienen que dar beneficios, esos beneficios deben de ser para los habitantes de esa zona, pero no suplantarlos con excusas sociales de uno, dos, tres... puestos de trabajo, o con la colocación de papeleras en el pueblo con el eslogan de la empresa adjudicataria,... no señores, hablamos de más beneficios, de beneficios que permitirían fijar población joven en nuestros pueblos. Siempre el mismo cuento del capital.

*Ingeniero Técnico Forestal