TTtardarán los días en creerse que, con la debida y respetuosa lentitud, el gran imperio se irá debilitando por mera oxidación y añadido ataque corrosivo de los enemigos que con tanta estulticia se han ido construyendo mientras han ido pasando los años y los abusos. La gran América se sobresalta cuando percibe que la gran China, la gran India, la gran Arabia o la Europa grande, conoce y usa nuevas formas de resistir, de dialogar y de presentar iniciativas sin necesidad de pedir autorización a las potentísimas instancias financieras, diplomáticas o gubernativas de los Estados Unidos.

Ellos mismos, los norteamericanos, han admitido la rotundidad de un reciente estudio que expone con justa contundencia y con una manifestación debidamente autorizada, que la iniciativa y los mejores productos de la indagación científica y técnica no residen ya entre los paisanos de George Bush. (La declaración no afirma que se deba a una supuesta contaminación de la comunidad científica originada por los hábitos intelectivos del presidente). Resulta que la magia y el poder de la ciencia se está repartiendo con grandes tajadas para Europa y para Asia. (Siempre con la injusta ausencia de la oscura Africa; para que se siga viendo mejor lo que sabe hacer la hambre física, el olvido, la explotación y la enfermiza política europea hacia el Sur).

En estos altos asuntos, es bueno permitirnos la osadía de creernos que la gran Extremadura podrá estar llamada a ser y participar en la tarea de las nuevas inquietudes sociales: innovación sistemática, confianza en la imaginación, base social centrada en el conocimiento como valor supremo,... Para los que no esperamos a que nos tengan que dar órdenes o concesiones en el vasto campo de la libertad de pensamiento, la época ha sido ya inaugurada hace años, pese a la torcida y desconfiada sonrisa de algunos viejos incrédulos, de algunos jóvenes vagos, pese a las burlas facilonas de políticos muermos (de todos los partidos) y pese al recelo y la desconfianza de los bancos, las cajas, los cajones, las sillas y los sillones.

Al emprendedor, por nuestras tierras, se le sigue concibiendo como al aventurero que debe ser debidamente inmunizado contra serpientes, mosquitos y demás bichejos de la fauna exótica financiera.

Oiga, haga usted caso a ese que tiene al lado, es un emprendedor que hay que proteger.

*Maestro