No seré yo quien defienda los valores de Harry el sucio, pero sí me declaro rendida ante Clint Eastwood, uno de los más interesantes actores y directores que ha conocido la industria del cine.

Uno puede no estar de acuerdo con sus dotes interpretativas o con su habilidad para dirigir, pero su carrera no deja indiferente a nadie.

Desde su contribución al género de las películas del Oeste hasta la dirección de Million dollar baby o Sin Perdón, pasando por Mystic river, Gran Torino o Bird, sus aportaciones han sido siempre algo nuevo, casi nunca exento de polémica. Además es un lujo escucharle con la voz de Constantino Romero, doblaje que maravilló al actor cuando tuvo ocasión de escucharlo.

La lista de las frases de sus personajes es muy conocida. Desde el macarra alégrame el día hasta el romántico no puedo necesitarte porque no puedo tenerte, de Los puentes de Madison.

Pero lo que más me gusta de él es la modestia disfrazada de arrogancia con que afronta su relación con el cine.

De él deberían aprender todos los supuestos genios que creen inventar cada día el arte o revolucionarlo, o dirigen una película como un ejercicio de autocomplacencia, olvidándose de los espectadores, a quienes realmente va dirigida.

Esta semana, en Cannes, volvió a dejar claro lo que piensa. Por ejemplo, ha dicho que es muy peligroso tomarse demasiado en serio a uno mismo, y que lo peor para una carrera es pensar demasiado en ella. Y que el cine no tiene que ser intelectual, sino emocionante. Que el creador debe aparecer poco (esto se lo deberían tatuar muchos directores que no ven más allá de su propio ombligo) y que no reniega de sus orígenes políticamente incorrectos. El problema de esta época es que ya no existe sentido del humor, concluye. Ni modestia, ni humildad, añado yo mientras pienso en la impresionante carrera de este hombre de ochenta y seis años que empezó sin tomarse en serio y ha acabado igual, solo que convertido en un genio, pero de los de verdad, no de los de usar y tirar a los que tanto nos hemos acostumbrado estos últimos tiempos.