El que tengamos en el Gobierno ministros que no tienen titulación universitaria, realmente, no debería significar otra cosa que la gran capacidad de análisis que poseen algunas personas aún sin haber tenido la formación que los estudios universitarios dan.

Nada que objetar a que se alcancen en la vida metas muy difíciles de otorgarse incluso poseyendo estudios superiores. Y mucho menos, nada que cascar las liendres, en el caso de políticos, rodeados de asesores expertos en cualquier cuestión que se pueda plantear. Pero, el problema surge cuando esos expertos asesores no lo son tanto, ya que, proceden de la canonjía y más que asesores son comisarios y, también, por descontado, sin estudios en muchos casos.

Entonces ocurre que, para compensar la incapacidad de interpretación de algo tan complejo como es la cuestión fiscal, la alfabetización fiscal, se recurre --caso del ministro de Fomento-- a actuar como trapisondista. Porque, manifestar --como lo ha hecho el ministro-- que la presión fiscal de los españoles es inferior a la media comunitaria es de un desconocimiento que roza la estulticia. Pues según los inspectores de Hacienda --que, digo yo, algo sabrán de esto-- los trabajadores españoles soportan un esfuerzo fiscal por encima de la media de los países del euro en razón de que, aunque los impuestos sobre las rentas del trabajo son inferiores, aún es menor el salario medio y, si se consideran los impuestos que gravan el consumo (IVA e impuestos especiales) y se añaden los impuestos sobre sucesiones o las tasas municipales, entre otros, la presión fiscal podría incluso sobrepasar el 50%, frente a una media europea del 43,1% y ello sin contar el fraude fiscal de empresas y autónomos que, obviamente, la rebaja.

Angel Morillo Triviño **

Castuera