Relacionar los malos olores con pelotazos urbanísticos debe ser un acto reflejo del subconsciente, algo así como el que mira a su alrededor y no quiere ser menos. Esto ha debido pensar el representante de la fábrica de grasas que inunda de emanaciones fétidas la ciudad de Mérida, el cual, como aquel que se tira un p... ha dicho: --"yo no he sido".

Se ha instalado en Mérida la idea de que se pueden hacer viviendas en cualquier parte. Y no es de extrañar, porque en algunos casos ha bastado con cambiar unos planos por otros, con independencia de las infraestructuras existentes y de la viabilidad de las futuras. Nada impide las aprobaciones de despacho y muchos piensan que el urbanismo aquí es cuestión de mano izquierda; bueno, más bien de la derecha. Quizás por esta razón la empresa ha pensado en una recalificación urbanística a cambio del traslado de la fábrica de los malos olores .

XTIENE RAZONx el empresario en que él estaba primero y han sido las viviendas las que le han ido comiendo terreno, y por esta razón de proximidad de la zona residencial las autoridades deberían ser más estrictas en los controles de esas emanaciones y más responsables en sus acciones correctoras. La primera línea de defensa que tienen los vecinos en este asunto es el gobierno municipal, el cual no debe rendirse a lo fácil, que en este caso sería el traslado de la fábrica con la recalificación del terreno donde ahora se ubica para hacer viviendas, o decir que la competencia es de otros, porque de lo que no cabe duda es de que el problema lo tienen los emeritenses.

El ayuntamiento puede y debe enfrentar el problema, y solicitar la ayuda de otras administraciones si fuere necesario. No se puede gobernar sólo para lo que interesa y escurrir el bulto en cuestiones como los malos olores de la fábrica de grasas. Los emeritenses quieren que sus representantes inmediatos actúen y que no inventen disputas políticas para desgastar al adversario, porque puede que se estén desgastando ellos. El ciudadano de Mérida quiere que el gobierno municipal se implique y resuelva el problema del mismo modo que lo hace cuando alguien aparca en lugar indebido o deja de pagar sus impuestos, y luego que critique a otras administraciones y exija el resarcimiento de lo actuado en lugar de aquéllas, si procede, porque la gente no ve de quién es la competencia, la gente lo que ve es que el ayuntamiento no hace nada. De modo que ahora es el momento, que nadie se escude en un informe municipal, la voluntad política es otra cosa y esto lo saben los ciudadanos.

Se empieza diciendo que habrá que cerrar, que se perderán tantos puestos de trabajo, y luego, que hay que hacer todo lo posible para que no se vaya. Y terminará acudiéndose al urbanismo como bálsamo que todo lo cura, como única solución al problema, como modo de financiación con el cual nadie se tiene que meter la mano en el bolsillo. Pero ya se sabe, algunas recalificaciones huelen que apestan.

*Exgerente de Urbanismo de Mérida