Estábamos estancados, como alelados. Gobierno, oposición y ciudadanía. En política, como en todo en la vida, hay que proponer alicientes al espectador, al consumidor. Renovarse o morir. Y, tras un período de acciones espectaculares, algunas discutibles, el barco había dejado de moverse. Así que, en esto, quizás escuchando el clamor de la ciudadanía, llegó Zapatero y anunció, adelantándose a la jugada, que recibirá a Rajoy el viernes en La Moncloa. Y, pese a lo que dijera en los corrillos de su fiesta monclovita con los periodistas, lo cierto es que no puede haber convocado ese encuentro para nada. No puede ser: algo tendrá que contarle a Rajoy --¿las entrevistas secretas con ETA, como este miércoles desvelaba el periódico vasco El Correo ?--, algo tendrán que pactar entre ambos. Y no sólo en lo referente a la paz en el País Vasco, que es el gran tema, sí, pero no el único tema en el panorama.

No me parece mal que el Gobierno haya contactado con ETA, mientras que otros están rasgándose las vestiduras; pero, en un proceso de paz, hay que hablar con ETA, y no con otros que no representan a la banda del terror. Y no creo que esto viole el permiso parlamentario que recibió Zapatero para comprobar la voluntad de la organización terrorista de diálogo y de dejar la violencia. Ha sido, entiendo, un contacto para conocer la voluntad real de la banda, si quiere negociar en serio o va a seguir mareando la perdiz. Ha llegado el tiempo de los acuerdos, más que el de los desacuerdos totales, que es lo que le cantan a Mariano Rajoy al oído los extremistas y también los considerados moderados, que le piden, por ejemplo, que presente una moción de censura contra Zapatero (¿para perderla? Porque es seguro que la perdería). Rajoy, dicen, prepara una declaración inminente antes de su viaje a La Moncloa.

Esa declaración de Rajoy estaría dirigida no a la opinión pública, sino, pásmense ustedes, a su propio partido. Para calmar los ánimos más exaltados por el encuentro de este viernes con Zapatero. Así están las cosas. Pero Rajoy, una figura valiosa, la mejor y mayor inversión del PP, es más que "un buen chico", como, algo levemente, lo definió Aznar en su muy comentada aparición melenuda en la tele de Ana Rosa (sí, de Ana Rosa Quintana, ese programa afortunado mezcla de famoseo y apresurada controversia política). No puede Rajoy ser rehén ni de los jiménezlosantos, ni de los zaplanas, aznares, de este mundo. Porque son intereses contrapuestos y, en todo caso, intereses particulares, los que pesan sobre él, y no el interés de este gran país llamado España, que está condenado a desaparecer según las agoreras previsiones del expresidente estrella de Ana Rosa. En fin: que algo está moviéndose, como sospechábamos, en las catacumbas de la política. Pero Zapatero, si quiere de verdad aguantar toda la legislatura, tendrá que mover ficha, sacar conejos de la chistera más consistentes que eso de que él ha convocado a Rajoy para escuchar lo que tiene que decir (Rajoy, por cierto, dice lo mismo. A este paso, corremos el riesgo de que la cumbre de La Moncloa sea un encuentro entre dos escuchas, en el que nadie hable. Sí, algo ha comenzado a moverse, y más que ha de hacerlo, porque estamos, recuérdenlo nuestros políticos, que son los que han iniciado el proceso, en plena etapa de cambios. ¿A partir del viernes tal vez? Pues eso: que no nos decepcionen.

*Periodista