El Gobierno --Caldera dixit --, presume de que España va bien y de que disminuye el paro; desde Economía (Vegara ), asegura que seguiremos creciendo. Viven en las alturas; entran y salen de la cocina de las encuestas macro a los platós de televisión y no se enteran muy bien de lo que pasa en la calle. Hace tres años que van en coche oficial, no pagan de su bolsillo en los restaurantes, viajan con dietas pagadas y nunca se les ve haciendo cola de un supermercado para saber lo cara que está la compra. El resultado es que poco a poco han ido perdiendo contacto con la realidad de la gente corriente. Por muy científicas que pretendan ser las muestras, las encuestas nunca reemplazarán a la escuela de la calle.

Cuando desde hace seis meses ha caído el mercado de la venta de pisos; cuando la gente se devana los sesos para pagar los créditos de las hipotecas; cuando hay más de un millón de jóvenes que con treinta años cumplidos siguen viviendo en casa de sus padres; cuando a primeros de mes --recién cobrado el sueldo--, va uno a media tarde al Corte Inglés y ve que hay más gente mirando que comprando; cuando en el metro la gente habla de lo cara que están las cosas; cuando observas lo que compra la gente y ves que se está volviendo a los productos básicos: más patatas que verduras, más pollo que ternera y lácteos en vez de fruta, y, cuando coges un taxi, en Madrid, en Valencia, en Sevilla o en Barcelona, a las primeras de cambio el taxista saca a colación lo que ha subido todo, eso quiere decir que las cosas no van como las pinta la propaganda del Gobierno.

Los grandes bancos y la docena de grandes empresas declaran grandes beneficios, pero la gente de a pie se queja, con razón, de que sube la vida pero no suben los sueldos. Zapatero con sus anuncios de ayudas a los jóvenes mileuristas y Manuel Chaves en Andalucía queriendo subvencionar a los estudiantes, indirectamente están reconociendo que la situación económica de varios millones de españoles es precaria. Reconocen, en suma, que algo va mal.