Sociólogo

Supongo que esta vida merece ser vivida por múltiples razones. Seguramente por bastantes más de las que casi todos los mortales somos incapaces de pensar, creer, sentir o idealizar. Sólo de vez en cuando y, como por sorpresa, vamos descubriendo que nuestras anodinas o satisfactorias vidas pueden llegar a contener, además, el afecto y respeto que le otorgan algunas sencillas verdades dichas por los demás.

Al retiro que por significado tiene el espacio donde habito, llega muchas mañanas Tomás. Un hombre que se sabe trabajador, padre de familia y, sobre todo, pescador. Experto, pausado y paciente pescador que hace de su afición su vocación. Tomás, entre disimuladas miradas a la boya de su caña de pescar, aprovecha las largas esperas para hablar con cariño de su familia, su gente y su tierra, y con disimulado desafecto de todas aquellas personas que convierten a esta vida mejor en una vida peor.

El dice que el aire de solano no es bueno para nada y menos para que la carpa, así, en singular, entre al anzuelo; y que esta mañana, con el aire de poniente se siente con otro ánimo, "más feliz incluso".

Con la humildad que le ha regalado su buena educación, reflexiona unos instantes sobre las cosas que una pequeña radio que tiene a su lado dice que ocurren en el mundo y, mientras pierde su mirada en las aguas de la charca, con gesto resignado acierta a decir que el mundo, los países, nuestro país y también Extremadura, todos esos lejanos y cercanos territorios poblados por millones y millones de personas, estarían mucho mejor si estuvieran gobernados por buena gente en lugar de por personas a las que se supone preparadas, capaces e inteligentes.

"¿Es o no es, don Juan?". "¡No sé si me explico!". Y yo creo que no sólo es sino que además se explica perfectamente. Se me pasa por la imaginación decirle que el problema de la política es, sencillamente, que no hay políticos, que lo que hay son muchos impostores.

Pero claro, como los aires que corren actualmente por el mundo de la política y por la política del mundo deben ser incluso peores que los de solano, pues eso, que sólo se me pasa por la imaginación.

Este hombre, Tomás, es buena gente y, de acuerdo con las cosas que dice sobre las cosas que pasan en su vida y las nuestras, es una pena que no se haga escuchar entre los preparados, capaces e inteligentes.

Su humildad y la jodida pesca nos han arrebatado seguramente a un buen político extremeño y nos han dejado, aunque él no lo sepa, a un gran pensador de la vida y, sobre todo, de la cotidianidad extremeña. El hecho de que sea un magnífico pescador, a él le sirve para mucho y a mí para nada; el hecho de que sea un gran pensador, a ustedes no les sirve para nada y a mí para mucho. La carpa que acaba de soltar Tomás, supongo que también debe pensar que esta vida merece ser vivida por múltiples razones.