Recién operado del corazón en Londres, el ayatolá shií Alí Husaini al Sistani (Mashad, Irán, 30-8-1930) ha regresado a Irak para controlar el caótico asedio de la mezquita de Nayaf, en donde el radical Moktada al Sadr y su Ejército se refugian dentro del mausoleo del imán Alí. Aunque ambos son shiís, Sistani y Sadr difieren en su concepto religioso. El primero propugna el quietismo espiritual, y el segundo mezcla la religión con la política hasta el punto de crear una milicia. Sistani es la máxima autoridad de la rama shií desde que sucedió al gran ayatolá Al Joei, asesinado en 1992 por el suní Sadam Husein. El joven clérigo Sadr, en cambio, no tiene poderes para dictar fatuas (decretos de obediencia obligada), como Sistani. Este llamó a sus fieles en abril a "arreglar el problema de Irak de manera pacífica" y rechazó el radicalismo de Sadr, pero también descalificó los "métodos de las tropas de ocupación". Pese a no comulgar con la Constitución aprobada en marzo, apoya al nuevo Gobierno iraquí a la espera de elecciones. Hijo de religiosos, Sistani memorizó a los 5 años el Corán y a los 7 ingresó en un seminario. A los 20, estudió en el centro religioso de Qom (Irán). En 1951, se trasladó a vivir a Irak, y en Nayaf, entró a formar parte de la Marjaya, que es la cúpula dirigente shií.

ANGEL SANCHEZ