XDxice Pepi que toca hablar de las almas. Confieso que así, de pronto, me pareció difícil, porque en materia de religión soy un poco atea y no domino la cuestión. Le he dicho, digo, mira que el tema es complicado, que no está la Iglesia para muchos vaivenes y yo no quiero líos. Además el alma, ya se sabe, es algo etéreo y más bien escurridizo que casi nadie define de manera concreta. Cuando nos educaron --a mí y a mi amiga Pepi, no sé a ustedes--, las almas salían quemándose en los infiernos con llamas enormes y luego había las ánimas benditas del purgatorio que se pasaban el día penando, y otras vestidas de blanco radiante que estaban en el limbo. Estas últimas casi siempre eran almas de inocentes y los inocentes de entonces eran unos ignorantes que, por equivocación u olvido, no pertenecían a la religión verdadera, por eso les llamábamos inocentes. Luego ya hemos ido enterándonos de que todo eran alegorías y las almas existen, pero no como salían en la historia sagrada. Me ha explicado Pepi que ahora el alma es más laica que religiosa y por eso también hay almas libres --debe haber otras cautivas-- y que de esas íbamos a comentar. ¡Ah, bueno! --dije--, siendo así...

Todo esto a resultas de que el otro día vio la intervención de nuestro presidente en el programa de la Otero: sabes cariño, que yo no me pierdo ni una palabra suya, me explica. Y añade que ella en lo que dijo de política no opina, porque para eso están los políticos. Al día siguiente ya hubo bastantes comentarios y un ministro dijo que el señor Ibarra es un alma libre. De lo que quiere apostillar mi amiga es de lo que declaró sobre la educación, que casi nadie ha comentado y a ella, en cambio, la dejó hecha polvo. Al parecer --me cuenta Pepi--, le preguntó la presentadora sobre su papel de padre con su única hija adolescente y contestó que él opinaba que dado que los psicólogos tienen derecho a trabajar pues él se estaba dedicando a mimar y dar todos los caprichos a la niña, y luego que intervinieran los psicólogos, que para eso están.

Fíjate --me dice-- con lo que llevo yo pasado con Mané --el mayor de sus hijos--, acuérdate, que me ha costado la misma vida, menuda adolescencia, dejó de ir al instituto, me repitió curso, andaba todo el día por ahí sin hacer nada, hecho un asco y metiéndose de todo. Al psicólogo tuvimos que ir, ya lo creo que fuimos, que me costó un riñón el tal facultativo. Todo porque al principio, para que no tuvieran trauma los niños con lo del divorcio y eso, ya me entiendes, cosas que ponen los libros de pedagogía, pues les tenía en palmitas. ¡Anda que no me he arrepentido veces! Después, con el pequeño he andado más lista alternando la cal con la arena, y por ahora me voy ahorrando el psicólogo. Y yo que me había creído lo de la campaña Futuro y estaba tan contenta porque el presidente nuestro se tomaba en serio cosas como el botellón y los recreos en el instituto para bien de nuestros hijos. Y ahora resulta que no, que él cuando va de alma libre en la tele cuenta todo lo contrario. Debe ser que las almas libres de ahora son como las de los inocentes de antes que eran unos ignorantes a quienes se perdonaba todo y por eso estaban en el limbo. Lo que no sé muy bien es cómo tenemos que diferenciar los extremeños cuándo nuestro presidente habla como tal y cuándo lo hace como alma libre , aunque lo mejor sería que sólo se refiriese a cuestiones de gobierno regional. Menos mal, cariño, que de la educación nos ocupamos las madres. Aviadas íbamos si lo dejáramos en manos de los padres o de los presidentes, ¿no crees?