TNto me cuadra eso de celebrar en Badajoz una fiesta en la que los protagonistas sean los moros . Que la celebren en Córdoba, vale, porque allí no gobierna el PP, pero después del discurso de Georgetown de don José María, no sé... Lo suyo es celebrar cómo llegaron los cristianos y pidieron los papeles a los seguidores de Ibn Marwan. Para paliar este problema, mi admirado Eugenio Amaya ha elegido a Elías González, un excelente actor (hijo de un excelente amigo) y a Juan Calderón, un excelente autor que procurará a Badajoz la posibilidad de contar con un texto de Calderón para conmemorar Al Mossassa.

Lo que no me cuadran son los paseos en burro del programa cultural. El binomio burro-cultura es difícil de asimilar si no es en Mijas. De todas formas, un año más se conmemora esa fundación que dejó a Badajoz con enormes posibilidades en materia de socavones, y con socavones en materia de patrimonio histórico-monumental para que la posteridad se liara a discutir sobre el cuidado de la Alcazaba.

Bienvenida sea esta fiesta que sólo quiere redimir del cautiverio del abandono a una zona de la ciudad que antaño fue alegre, que pintaba sus fachadas con un sol omeya radiante, que regalaba las narices con aromas de menta y ajonjolí, y que abría las puertas a esos burrillos que se llevaban los ripios (de malos poetas y excelentes albañiles). Bienvenidos sean los que toman ahora las riendas (también las de los asnos) y desean que los pacenses aprendamos de una vez a decir Batalyaus, a tomar té de hierbabuena, a comer cus-cus, y a desfilar con nuestra favorita, si no a los hombres, sí de la mano y comiendo pipas.

*Dramaturgo y director del Consorcio López de Ayala