WCw onforme avanza la investigación de los atentados de la semana pasada en Bombay se confirman no solo la procedencia paquistaní de los terroristas, sino también las conexiones de estos con organizaciones fundamentalistas islámicas radicadas en Pakistán, y una más que probable relación con parte del Ejército y de los servicios de inteligencia (ISI).

Que Estados Unidos asegure que "nada sugiere que el Gobierno de Pakistán esté implicado" no modera la inquietud por el deterioro de la situación, sino que más bien la acrecienta, porque, efectivamente, el presidente y el Gobierno pueden estar totalmente al margen de lo sucedido, sin que eso permita deducir que los generales y el ISI lo están también. Antes al contrario, todo induce a pensar que el grado de autonomía de las Fuerzas Armadas y de los espías paquistanís les permite operar con absoluta impunidad al lado de alguna de las múltiples franquicias de las que se sirven Al Qaeda y los talibanes.

La calidad de la información de que disponían los asaltantes, la comprensión de China con el Gobierno de Pakistán y la necesidad de la India de preservar su estatus de potencia emergente envenenan el momento. Y obligan a plantear algunas preguntas relativas al acceso de los terroristas a imágenes obtenidas por satélite, a las pretensiones de China, adversaria tradicional de la India, y a la competencia de las expansiones económicas de los dos países asiáticos.

Por no hablar del renacimiento talibán y de la conocida porosidad de la frontera afgano-paquistaní, controlada por los señores de la guerra y sus aliados. Una región que ni siquiera el general Musharraf, en sus días de presidente de Pakistán, logró sustraer a los designios de sus compañeros de armas.

La movilización del Departamento de Estado --Condoleezza Rice visita mañana Delhi-- es solo el síntoma más visible de los riesgos del momento. No solo porque la India y Pakistán son vecinos, rivales desde siempre y potencias nucleares, sino porque en el interior de la India viven 140 millones de musulmanes --el 12% de la población-- y el litigio por Cachemira, que Pakistán suele presentar como un agravio nacional, tiene un potencial movilizador que varias veces se ha puesto de manifiesto.

Dicho en pocas palabras: grupos islamistas como Lashkar-e-Toiba (Ejército de la Pureza), que seguramente organizó la matanza de Bombay, pueden lograr que el Gobierno indio tenga permanentemente el enemigo en casa.