Amadeo Rodríguez es un obispo que cae simpático. No han pasado ni cinco meses desde su consagración en la Diócesis de Plasencia y ya se ha granjeado la confianza de los feligreses y los menos fieles, muchos de los cuales se sorprendieron de verlo en las gradas como un hincha más del Plasencia de baloncesto.

Nacido en San Jorge de Alor (Badajoz) hace 57 años, es el primer sacerdote extremeño promovido al episcopado después de seis décadas y se ha traído una abundante experiencia en animación pastoral, pero sobre todo un talante accesible y dialogante y la sonrisa que le caracteriza. Virtudes que seguro le harán resolver con acierto la crisis que se ha encontrado en Cáritas Diocesana para que vuelva a ser la institución dinámica que era, por el bien de la gran labor social que tiene encomendada. Sabe mejor que muchos lo que debe ser la caridad: su primer destino fue de párroco en San Francisco de Sales, barrio emeritense con problemas de marginación y pobreza, y se lo sugirió en el sermón a las casi dos mil almas que le arroparon en su ordenación: "Todos adoptaremos un estilo específico cristiano de ser, hacer y decir... y siempre teniendo como predilectos a los pobres". Se nota en su afán por mezclarse con la gente en la calle que es un cura de base con 34 años de servicio pastoral, que acabó siendo vicario de evangelización al mando del secretariado de catequesis.