Si rápida fue durante este verano la multiplicación de los incendios a lo largo y ancho de varias comarcas cacereñas, no ha sido menos la diligencia de las administraciones implicadas para sentar las bases de lo que puede llegar a ser una referencia en cuanto a políticas forestales de recuperación y prevención. Una inversión de 12 millones de euros, prácticamente dos mil millones de las extintas pesetas, y un plan de actuación que incluye la plantación de 3,5 millones de árboles, con muchas especies autóctonas, dan cuenta de ello. Los mimbres están puestos. Al mismo tiempo, la proyección temporal del programa de recuperación, aproximadamente unos tres años, es otra de las claves para entender una filosofía que debe guiar a partir de ahora cualquier política forestal que se precie de serlo: la prevención.

Este ambicioso plan se viene a sumar a la solicitud de la Junta de Extremadura para declarar zonas catastróficas las comarcas afectadas, una petición que en un principio generó recelo por parte de la Delegación del Gobierno pero que, ahora, incluso el PP regional apoya de manera explícita, en una demostración de lógica sensatez ante lo que es ya una tragedia en toda regla para muchos extremeños.