Coincidiendo con la presentación de un proyecto de resolución ante el Consejo de Seguridad y el comienzo de frenéticas maniobras diplomáticas, el presidente George Bush y algunos de sus consejeros vuelven a revelar el secreto de polichinela: la maquinaria de guerra no se detendrá cualquiera que sea la decisión. El disimulo o la burla prevalecen. A esa realidad turbadora se añaden el desafío y la arrogancia: el debate y el eventual voto de la resolución se presentan por Washington como un referendo sobre la legitimidad de la ONU como garante de la seguridad colectiva.

Según la retórica maniquea e imperial dominante, Bush advierte de que si el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no se pliega a sus propósitos, se convertirá en un organismo irrelevante que habrá que reformar o sustituir. ¿De qué sirven las diferentes iniciativas diplomáticas en curso?

Los ideólogos del neoconservadurismo que dirigen los pasos de Bush desprecian a la ONU o la consideran un obstáculo. La ONU está amenazada por el unilateralismo. Comprobaremos muy pronto si los países del campo de la paz son capaces de salvarla de la humillación que se prepara.