Dramaturgo

Ando de cabeza buscando los regalos para los amigos invisibles que están a punto a acosarme por Navidad. Cuando los invisibles eran los Reyes Magos, la cosa cambiaba y eran los Reyes quienes debían preocuparse por los regalos. Regalar es uno de los actos más humanos que existen: ¿Alguno de ustedes ha visto a un perro o a un canario regalando algo que no sea su compañía? Regalar es un gesto desinteresado, una muestra de generosidad y desprendimiento, todo lo contrario que el amigo invisible , acto en el que se debe medir muy bien lo que se regala y a quién se regala. Hemos pasado del estado de bienestar al estado de regalar que, como todos sabemos, es la teoría política que convierte a los ciudadanos de derecho en ciudadanos a agradecer todo lo que el Estado hace por ellos.

De esta forma de Estado se desprende que tengamos que estar agradecidos por el regalo de la Sanidad, de la Educación, o dar las gracias cuando el Estado y el Gobierno de ese Estado nos mandan un puñado de perras por los incendios (muchas menos que a Galicia por el chapapote y siendo ambas materias de incumbencia autonómica, por si alguien pone esa excusa) o nos incluyen en un plan de transportes públicos.

El estado amigo invisible no sólo regala sino que debe recibir nuestro regalo. Regalar al amigo invisible Estado no es difícil y para ello tenemos los catálogos y las recomendaciones en muchos de esos folletos llamados medios de comunicación . Hay un regalo que le priva: el silencio y la adhesión inquebrantable ante todas las barbaridades que se cometen en nombre de la patria, contra el terrorismo o la unidad de España. También se aceptan laudos al Real Madrid.