TLto decidió el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón , este martes. Olano , a la cárcel. Técnicamente se trata de prisión provisional y sin fianza. Por incitación al delito (terrorismo callejero) y reiterarse en violar la suspensión de actividades de una organización ilegal (encabezó la manifestación no autorizada del domingo en San Sebastián, que terminó en batalla campal). Pero lo importante es que los amigos de ETA acaben en el ámbito que les es propio. A saber: las comisarías, los tribunales, las secciones de sucesos de los medios de comunicación.

¿Han reparado ustedes en que prácticamente nadie se acuerda de que Arnaldo Otegi , el número uno del brazo político de ETA, sigue en prisión? ¿Y que al ruidoso De Juana Chaos no se le ha ocurrido hacer más huelgas de hambre en prisión después de que Zapatero y la banda terrorista rompieran la baraja del final dialogado? Excelentes noticias, oiga. Sobre todo si vienen unidas a esa cadena de éxitos policiales que nos están haciendo olvidar el gatillazo del dichoso proceso de paz . Aquello era lo de los ciento volando. Y esto, las detenciones, la eficacia policial, es pájaro en mano.

Juan María Olano ya está procesado en otras causas, es el portavoz de la ilegalizada Askatasuna, una organización que se ocupa de apoyar a los presos de ETA y de mantener viva la llama patriótica de estos gudaris reñidos con el Código Penal y el Quinto Mandamiento. Según el juez, la actuación de este personaje, un histórico en las organizaciones del entorno etarra, "se enmarca en el conjunto de acciones terroristas dirigidas por ETA en un tándem armónico y articulado en todos los frentes de la organización criminal".

Ninguna otra consideración debería hacer al caso. A éste y a otros parecidos en los que aparecen los amigos de ETA. Sin embargo, ellos siguen reclamando una mirada política para sus aberrantes comportamientos. Y no podemos hacernos de nuevas respecto al hecho cierto de que ETA y sus amigos han tenido una no menos aberrante presencia en la agenda política de los treinta últimos años de vida española. La resultante es que nos han amargado la vida a quienes no vivimos ni hemos vivido en este tiempo en el País Vasco. Eso por un lado. Por otro, la mirada política que les hemos dispensado no ha logrado otra cosa que dejar entre paréntesis el ejercicio de las libertades en aquella zona del territorio nacional. Ese es el drama del País Vasco.