Diputado del PSOE al Congreso por Badajoz

Nuestra Constitución ha cumplido esta semana su 24 aniversario. La votaron en su momento el 67% del censo electoral pronunciándose a su favor el 88%. Hoy, más allá de las lógicas celebraciones de la efeméride, conviene releer con puntual atención algunos de sus artículos, en un año en donde precisamente, se han propuesto proyectos de clara factura rupturista, tanto de España como de convivencia entre los españoles.

Sin duda, que el mayor escollo que encontraron nuestros constitucionalistas a la hora de redactar la Constitución, fue la cuestión territorial, obligándoles para salvarlo a un lenguaje inteligente y calculadamente ambiguo, que posibilitara el consenso. Pero esto no fue óbice, para ser prístinamente claros en lo dispositivo, creando en un marco de libertades, una estructura del Estado que garantiza la Unidad de España.

"La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación Española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas". (artículo 2) y de esta piedra angular, han partido las iniciativas que han dado lugar a nuestra España de las Autonomías, y de aquí tendrá que partir cualquier innovación que en este campo quiera hacerse. El resto de los artículos que viabilizan el proceso autonómico son básicamente procedimentales.

El artículo 2, nos garantiza la unidad de España en el marco de la variedad de la misma.

De igual manera que el artículo 3, establece que "el castellano es la lengua española oficial del Estado.

Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla". "Las demás lenguas autónomas serán también oficiales en sus respectivas comunidades autónomas".

Este es un artículo que con criterios profundamente progresistas, podía haberse interpretado de manera muy distinta a como se ha hecho, ya que la defensa de la lengua y la cultura de las minorías ha sido siempre una justa bandera, máxime cuando estas minorías alcanzan prácticamente el 50% de la población, pudiéndose haber arbitrado en toda la escala educativa modelos opcionales según la lengua.

La sombra del lerrouxismo planeaba aún en el subconsciente político español, y por la vía de hecho y en aras de la convivencia este artículo tercero ha sido interpretado de forma un tanto singular, seguramente alejada del espíritu que lo inspiró. La intención fue buena, lo hecho, hecho está y no admite reversión, pero al menos queda clara la interpretación generosa habida por parte de la mayoría del pueblo español. Hemos comentado dos perlas de un extraordinario collar que nos garantiza la unidad, la convivencia y la paz. ¿Es inamovible la Constitución? No. Pero conviene recordar, lo dice el articulado del Título X "para someter a referendo del pueblo español".

Un cambio de la Constitución necesita las siguientes mayorías cualificadas: 3/5 del Congreso de los Diputados y 3/5 del Senado, o mayoría absoluta en el Senado y 2/3 del Congreso.

Y después aprobarlas en referéndum por el pueblo de España. Que como muy bien dice la Constitución es en quien reside la soberanía.

Lo dicho no significa sacralizar el texto constitucional en el que caben todos los cambios posibles, y tienen establecido un cauce, que obligatoriamente hay que seguir.

Y esto es perfectamente compatible, por ejemplo, con la aconsejable reforma del Senado, para configurarse definitivamente en la Cámara Territorial que la Constitución prevé que sea.

Como ven, merece la pena celebrar el aniversario de la Constitución.