Al igual que muchos de vosotros, cuando acaba un año no sólo miro hacia lo que está por llegar sino también hacia lo que queda atrás. Los deseos que todos tenemos para el año que empieza, los propósitos, las ilusiones, las metas, están mucho más al alcance cuando se intentan con paso firme fruto de una reflexión sobre nuestras experiencias pasadas. Y en política conviene hacer exactamente lo mismo.

El año que termina ha sido distinto y nada fácil. Diez meses de incertidumbre por un bloqueo político que no consiguió paralizar a los millones de españoles que con su esfuerzo diario consiguieron que este país siguiera creciendo y creando empleo.

Lo que siempre defendió el Partido Popular, y venimos demostrando en Extremadura, diálogo, consenso y gobierno de la lista más votada, ha puesto de manifiesto que desde que Mariano Rajoy fue investido presidente se han conseguido grandes avances --subida del salario mínimo interprofesional, primeros pasos para un pacto educativo, para un pacto contra la violencia de género...--.

Los compromisos adquiridos por el gobierno central con Extremadura se han traducido en un futuro Plan de Empleo Social, adjudicación de obras de AVE, financiación, agricultura, etcétera.

Sin embargo, esa misma receta no ha dado los frutos esperados en la política regional. Negociamos los presupuestos y la Junta de Extremadura los cerró a los cuatro meses, con una nula ejecución en infraestructuras (88 de cada 100 euros presupuestados en inversiones se quedaron sin gastar) y con un abandono de los proyectos previstos para nuevos hospitales, Plataforma Logística de Badajoz, nuevos regadíos, etcétera.

El ingrediente que faltó fue la voluntad política de cumplir con lo que se acuerda. Y ahí vuelve a estar el PP extremeño, buscando cerrar con éxito lo que esperemos que no se convierta en una imposible cuadratura del círculo.

La balanza no puede estar equilibrada cuando se sopesa la labor de oposición del PP y la de gobierno del PSOE, cada uno con sus respectivas responsabilidades. Tampoco el balance de esa labor de gobierno puede ser positivo cuando los errores sobrepasan con creces los aciertos.

Extremadura cierra el año 2016 con una sanidad mal gestionada, que está provocando un mal funcionamiento de nuestros centros de salud y hospitales y la desconfianza de los extremeños, con el mayor crecimiento del país en número de desahucios, con la peor evolución de empleo de todo el país, con un crecimiento económico en desaceleración, con el mayor déficit del país y con una deuda pública que dobla la media nacional. Encabezamos los datos negativos y estamos a la cola de los positivos. El resultado neto es obvio, somos el farolillo rojo de las comunidades autónomas.

En estos días donde los niños son los protagonistas, quería traer a colación una frase que hace 116 años Antoine de Saint-Exupéry escribía en El Principito: “se debe pedir a cada cual lo que está a su alcance realizar”, que debería rondar estos días en la cabeza de un presidente al que los extremeños piden lo que sí está a su alcance. El problema es si alcanza la competencia de quienes deben cumplir. Es algo que deberá afrontar en 2017 si apuesta por una Extremadura de conquista de retos.

¡Feliz año nuevo!

* Diseñadora gráfica y diputada del PP