La reciente modificación de la ley de televisión privada, por la que se autoriza a un solo empresario a tener la mayoría de una cadena, ha permitido que Mediaset, propiedad del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, controle el 52% de Tele 5, gracias a la adquisición al Grupo Correo de un 12% de sus acciones. Con esta compra, se traslada a España la anomalía italiana consistente en que un político, que además es primer ministro, es el dueño de las cadenas de televisión privadas y controla también las públicas al ser jefe del Gobierno.

Si este monopolio en Italia convierte la compatibilidad de Berlusconi en escandalosa, en España la gravedad viene determinada por el hecho de que quien domina una de las privadas es el primer ministro de otro país, con las consecuencias en política exterior, por ejemplo, que tal aberración puede traer. Los nuevos socios parecen tener la intención de que el Grupo Correo siga gestionando los servicios informativos de Tele 5, los más independientes --no se olvide-- del Gobierno del PP. Eso, en principio, es una buena noticia. Pero veremos cuánto dura porque nadie puede impedir ya a Berlusconi acabar con esa situación cuando le apetezca. La mayoría es para eso.