Profesor

Ya tenemos aquí la reválida. El Gobierno ya ha decretado cómo debe ser. Forma parte del paquete de viejas soluciones a los nuevos problemas de la sociedad con que nos obsequia el PP. Es cierto que debemos velar para asegurar los conocimientos necesarios que garanticen el buen funcionamiento del país; necesitamos ciudadanos preparados intelectualmente, con formación y criterio. Ahora bien, ¿la respuesta es articular una reválida?

Es curiosa la supresión de la selectividad, una prueba criticada pero que había realizado un papel necesario en la regulación del acceso a la universidad y que creo sinceramente que ofrecía una medida, seguramente mejorable, para poder escoger carrera universitaria. Ahora parece que la selectividad será la propina de la reválida.

La propuesta forma parte de la manía homogeneizadora del PP, es una forma de demostrar que las comunidades no pueden hacer lo que crean más conveniente respecto de la educación de sus ciudadanos, sino que tendrán una vigilancia estrecha del Gobierno respecto a las "enseñanzas comunes".

Forma parte también de una gran desconfianza hacia el profesorado que es, en definitiva, quien evalúa a sus alumnos durante un largo período de su educación. Denota una cultura de entender el mundo en la que si no hay miedo, instrumentos de presión, las personas tendemos a la dejadez y la falta de esfuerzo y responsabilidad.

Pero, sobre todo, una falta absoluta de imaginación, de creatividad en una política que sólo sabe recuperar aquello que antes se había hecho, sin entender que los tiempos han cambiado, que los problemas que existen no pueden tener las mismas soluciones porque son nuevos.