WLwa mitad de la plantilla de la Waechtersbach ha decidido, antes de irse al paro, trabajar en la posibilidad de reflotar la empresa. No lo van a tener fácil: desde el 2002 la compañía ha ido de expediente de quiebra en expediente de quiebra. Y ni siquiera las ayudas públicas han hecho posible su continuidad. Los 44 trabajadores que están dispuestos a continuar parten del convencimiento de que los últimos propietarios no pretendían tanto que la fábrica saliera adelante sino aprovecharse de una operación urbanística con la compra de los terrenos que la Junta de Extremadura les cedió. Este punto de vista no está avalado por los hechos y, en cualquier caso, la Administración tiene suficientes resortes para hacer fracasar cualquier intención espuria. Sin embargo, el reto de reflotar la empresa no debería ser desoído por los poderes públicos, que tendrían que saludar la disposición al riesgo de unos trabajadores que no se resignan a aumentar las listas del paro. Además, por apoyar esta iniciativa --haciendo los estudios de viabilidad pertinentes y contribuyendo a situar la posibilidad de reabrir la fábrica en la realidad del mercado-- no van a invertir ni una pequeña parte de lo que ya la sociedad extremeña ha contribuido para mantener la Waechtersbach, sin éxito.