Consejero de Economía y Trabajo, y Portavozdel Gobierno extremeño

La aprobación unánime por el Consejo de Seguridad de la ONU de la resolución 1511, el día 16 de octubre, ha constituido una excelente noticia para el mundo. Como la mayor parte de los textos que son capaces de influir en la marcha de la historia, su contenido no satisface completamente a nadie pero tampoco provoca un rechazo absoluto. De ahí viene su fuerza ya que para alcanzar su redacción todas las partes implicadas han tenido que rebajar sus pretensiones y moverse, por lo tanto, en unos márgenes posibilistas que hace muchos meses habían sido abandonados por la política de hechos consumados del trío de las Azores. Se le reconoce a Naciones Unidas el importante papel a desempeñar en la reconstrucción de Irak. Se conmina al Consejo de Gobierno para que a lo más tardar el 15 de diciembre, del presente año, presente un calendario de redacción de Constitución y de elecciones libre. Se obliga a la autoridad instaurada por EEUU a informar periódicamente al Consejo, a la vez que señala la temporalidad de la presencia militar ocupante. Y, finalmente, la urgente necesidad de devolver la soberanía al pueblo iraquí, el único que está legitimado para ostentarla. Como se ve, este documento era impensable hace sólo un mes y ha sido el fracaso de las fuerzas invasoras el factor determinante para que la Casa Blanca se vea obligada a cambiar de estrategia y tener que volver a contar con la comunidad internacional para arreglar un desaguisado que ha costado miles de vidas y la destrucción de un país. Muchas personas deseamos fervientemente que Bush haga de la necesidad virtud y que la anarquía internacional resultante de su peculiar forma de entender la hegemonía de EEUU no vuelva a tener lugar.

En España, mientras tanto, el presidente saliente continúa adoptando un papel de aprendiz de brujo puesto que trata de ir más allá de donde va su mentor y, aprovechando que el Guadiana no pasa por Valladolid, se dedica a inventar teoría política y a arremeter contra el líder de la oposición con más voluntarismo doctrinario que con ideas.

Para presentar su tesis de lo que él denomina acción anticipatoria elige un auditorio militar en lugar de hacerlo en un campus de Ciencias Políticas, seguramente, para evitar que cualquier estudiante de primero de facultad le señalara que esa novedad estaba inventada ya hace mucho tiempo con el nombre de guerra preventiva y que la generalidad de los tratadistas internacionales la habían rechazado por inmoral, injusta y por ser germen de todo tipo de abusos cometidos en contra de los ciudadanos, tanto de los países que son víctimas de ella como de los países que la provocan puesto que sus libertades quedan subordinadas al desarrollo de la propia guerra, que se ha convertido en el objetivo prioritario. Esta teoría en los tiempos modernos la puso por primera vez en práctica Napoleón y encontró en el siglo XX un ferviente admirador y seguidor en Adolfo Hitler. Quien en 1939, poco antes de invadir Polonia, y hablando al alto mando de la Wehrmacht dijo: "Daré una razón propagandística para comenzar la guerra, no importa si es plausible o no. Al vencedor no se le pregunta después si él dijo o no la verdad".

La resolución 1511 no ha legitimado una acción ilegal en contra del derecho internacional perpetrada por Bush, Blair y Aznar en las Azores. Ha sido, por el contrario, la vuelta a la legalidad internacional de los países que habiéndola transgredido, habían debilitado, como nunca antes, a la ONU e instalado en el mundo un desorden basado exclusivamente en la fuerza; la misma no ha supuesto, tampoco, la prescripción de sus responsabilidades internacionales. Por parte de la organización ha sido el instrumento utilizado para intentar una reconducción duradera hacia la paz y la concordia internacional. El éxito se alcanzará el día en el que el pueblo iraquí retome su completa soberanía.

Sólo un político que cree y se apoya, como Aznar, en el poder omnímodo de Washington, por encima de cualquier organización supranacional o de cualquier principio de derecho internacional, puede tener el descaro de pedir a la oposición que apoye esta resolución de la ONU cuando ha sido él y su gobierno, siguiendo la estela de Bush y Blair, los que han violentado el marco de convivencia mundial con el coste de todos conocido. Solamente una persona sin escrúpulos, al verse momentáneo ganador como Adolf, puede desdeñar las mentiras propagandísticas que utilizó por televisión (posesión por Irak de las armas de destrucción masiva y conexión con el terrorismo de Al Quaeda) para intentar que los españoles le creyeran sin datos objetivos. Finalmente, sólo un líder que tiene más confianza en la llamada de los dioses y en el destino manifiesto que en el sistema democrático y en la soberanía popular, puede pasar olímpica y continuamente del Congreso de los Diputados y de la Constitución para adoptar unas decisiones que condicionan el futuro de los españoles, de la manera que él lo hace. Si es verdad que piensa seguir haciendo lo mismo, como dijo en la Escuela Superior de Guerra, me encontrará enfrente y detrás de la pancarta si fuera menester.