TEtl candidato Zapatero no ha pasado el examen en junio. Ha tenido que presentarse al de septiembre, pero ya lo sabía de antemano. En este caso no es por no haber estudiado lo suficiente el temario ni ha sido una decisión caprichosa suya sino que, tras haber mantenido una ronda de contactos con todos los grupos políticos, no ha querido doblegarse a las contraprestaciones que los nacionalistas vascos o catalanes hubieran obtenido por apoyarlo. Están acostumbrados (especialmente los catalanes) a chupar de la teta del Estado durante muchísimos años, a estrujar las ubres de esta España maltrecha. Aunque conscientes de su papel en el futuro, catalanes y vascos no han votado en contra, por si acaso.

Esto debe alegrarnos a los extremeños que nunca tendremos grupo propio y no podemos competir con ellos, y aunque no nos beneficiemos de su decisión, al menos no nos perjudicamos y habrá más para repartir a otras comunidades autónomas que, como la nuestra, tanto lo necesita. Por eso estoy de acuerdo con la decisión del candidato. Demuestra valentía intentar gobernar en solitario con acuerdos puntuales según los temas pero sin concesiones clamorosas a nadie.

Claro que habrá opiniones a favor y en contra. Si se hubiera aliado con alguna fuerza política, le habrían criticado por lo que tendría que pagar.

Ha ido a pecho descubierto, con los 169 votos de su batallón del PSOE, sabiendo de antemano que no iba a aprobar en junio (primera votación) pero teniendo seguro el aprobado en septiembre, al ser investido en la segunda por mayoría simple, pero no le importa y lo asume. Esta será una legislatura difícil y ZP tendrá que hilar muy fino en estos cuatro años.

Ha optado por dejar el aprobado para septiembre a tener que pagar facturas desorbitadas y cheques en blanco.

Prefiere acuerdos puntuales y no hipotecarse. Que no están los tiempos para hipotecas. Y si no, que se lo digan a cientos de miles de españoles.