TItmagino un Zapatero preocupado por la falta de crispación de un Rajoy disminuido. La anterior legislatura fue otra cosa: se podía intentar la paz con ETA, incluso ofreciendo en Loyola contenidos políticos a Batasuna, mientras el nuevo Estatut dejaba margen para ampliar el vasco. Una estrategia de baloncesto diseñada en los jardines de la Moncloa. Estrategas de salón al margen de la comisión ejecutiva.

Gracias a la sobreactuación de Rajoy, el presidente logró estabilizar la nave; las críticas razonables quedaban oscurecidas por la llamada a la unidad frente al tremendismo ultra. Al final, después de algunos sustos, la amenaza de un PP irredento dio la victoria al PSOE.

Ahora aparecen los lodos de aquellos barros. El Estatut que prometió aceptar Rodríguez Zapatero en las condiciones que se lo enviara Pasqual Maragall tuvo que ser cepillado. Maragall se comprometió a enviarlo a 8.000 metros de altura para que aterrizara en el BOE a 6.000, pero el Congreso lo recibió en la estratosfera. El aterrizaje organizado por Alfonso Guerra en la Comisión Constitucional no fue fácil: ahora lo va a terminar de cepillar el Tribunal Constitucional. Mientras tanto, el lendakari Ibarretxe , con los apuntes de las reuniones de cuando la tregua, pregunta a Zapatero por qué le niega a él, representante del pueblo vasco, lo que le ofreció a Batasuna, representante de ETA. No es fácil la respuesta. Ahora el secretario general del PSOE pide a todos los socialistas que se unan desde los parámetros de la asimetría que él mismo animó.

Es cierto que la amenaza del norte es menor porque viene desde fuera del universo socialista y de un PNV que busca su encaje en las páginas de la historia. El problema del PSOE viene desde dentro: el PSC que inventó Maragall y que ha heredado Montilla no comulga con que la solidaridad sea la esencia del socialismo; la ha trasmutado en la obsesión por la identidad nacional que antes era patrimonio exclusivo del nacionalismo. ¿Habrá aprendido Zapatero que los experimentos pueden tener efectos secundarios. Nuevos tiempos, nuevos proyectos; barros antiguos, lodos actuales.