Regresas de unas breves vacaciones, en las que voluntariamente has prescindido del teléfono móvil, del ordenador portátil, de la lectura de periódicos y de los noticiarios de radio y televisión (imposible entender lo que decían en Albania, que fue mi destino vacacional, o similares). Preguntas a los compañeros qué ha ocurrido durante tu ausencia, tratas de revisar diarios atrasados. Nada, te dicen. Nada, compruebas. No ha ocurrido nada, excepto algún muy desgraciado y lamentable accidente. Un mes de agosto sin más noticias que las lamentablemente habituales: que los montes se queman (aunque lo de Galicia ha sido demasiado fuerte como para no indignarse ante la maldad de los incendiarios por un lado y la pasividad de ciertas autoridades por otro), que los inmigrantes ilegales están constituyendo un problema de padre y muy señor mío, que ETA ha dado a luz un nuevo comunicado en su línea. Nada... Y mucho.

XME PARECEx que la persistencia en los titulares de informaciones sobre los hechos arriba citados es muy mala noticia, en la misma medida que lo es que cada verano aparezca el conflicto de Oriente Medio abriendo los informativos. Porque los incendios se repiten cada año, y cada año olvidamos las más elementales tareas de prevención, desde las campañas de información hasta el endurecimiento del trato penal a los pirómanos, pasando por el incremento de la vigilancia: el Ejército debería haber participado en esas tareas de prevención, reconocen ahora -ahora- todos.

Mala noticia que los cayucos sigan siendo, perdón por la redundancia, noticia. Porque los inmigrantes llevan viniendo -arribando a la costa o muriendo- en sus cayucos, antes pateras, antes alambradas de Melilla, desde hace ya demasiado tiempo, sin que quien puede tomar medidas drásticas -y aquí se incluye a las autoridades europeas- haga lo que ha de hacerse para evitarlo: resulta difícil creer que aún hoy tengamos que oír acerca de la irritación, lógica, de unas comunidades a las que se envían inmigrantes ilegales de tapadillo, porque el Gobierno no sabe qué hacer con ellos y en Canarias ya no caben.

Y mala noticia es, desde luego, otro comunicado ambiguo de la banda terrorista, porque el baile maldito paso adelante-paso atrás de ETA resulta desconcertante incluso para quienes pensamos en la inevitabilidad de una negociación. Tampoco aquí está acertando, a mi juicio, la política informativa del gobierno Zapatero, a quien lo que le gusta es que aquí no pase nada. A mí también me gustaría que nada pasase, pero sí pasa. Pasa lo de siempre. Eso es lo malo.

*Periodista