WAwArafat se le está acercando la hora del relevo, y no sólo por la edad (74 años), sino porque las nuevas generaciones palestinas ya no soportan por más tiempo el nepotismo de la vieja guardia de Al Fatah, incapaz de dar una alternativa al terror de los integristas de Hamás. Aunque lo más inquietante es que la sublevación que vive Gaza desde el pasado día 16 --cuando comenzaron los secuestros y ocupaciones armadas-- está instigada por el más que sospechoso Dahlán, que afirma luchar contra la corrupción cuando es el primero que se ha enriquecido deshonestamente aprovechándose de sus vínculos con las autoridades israelís y norteamericanas.

La implacable presión militar de Israel es, en parte, causante de la actual crisis palestina, pero la implosión de Al Fatah también se debe a la degeneración interna que amenaza con destruir a la Autoridad Nacional Palestina. El primer ministro Qurei tiene motivos para dimitir ante el empeño de Arafat en aferrarse al poder. Sin embargo, la salida electoral tampoco parece factible, tanto por la férrea ocupación israelí como por el hecho de que el dirigente favorito de los palestinos --Barguti -- está en prisión, con varias cadenas perpetuas. Arafat ha de salir de este laberinto.