Escritor

La televisión, en Semana Santa, se pone como en los mejores tiempos del franquismo, que sigue vivo y coleando. En Tele 5 se gustan con una película titulada El arca de Noé. El caos se ha extendido por todo el mundo, como ahora, y Dios envía el diluvio, y pide a Noé que repueble la Tierra de todo lo que meta en el arca, incluida señora y niños. Noé, pese a las barbas blancas, tiene una esposa de rasgos muy finos con un aire de reírse de las cosas de Noé. Noé, por otra parte, se cree todo cuanto le dice Dios, y se da una vuelta por Sodoma y Gomorra, trasunto bíblico de Bagdad, donde se guardan las armas de destrucción masiva que nadie encuentra. Sodoma está de botellón y ni por asomo aparece la señora De Palacio, que dice que el cámara asesinado no es un muerto de entidad suficiente. Si fuera Alejandro Agag, sería otra cosa, pero Agag no para de hacer dinero con Berlusconi, con Bush y con quien se le ponga por delante. Noé intenta acallar la ira de Dios, pero no se atreve a preguntar eso de y si sólo fuera uno el que no está cuerda, y comienza el asedio de Sodoma, idéntico y calcado al que ha tenido Bagdad. Por los cielos corren luminarias que se estrellan contra las casas y los gritos son parecidos a los que hemos oído recientemente. O sea, que ya en la antigüedad puso Dios los mimbres del cesto que ha hecho ahora Bush, con lo que la historia se repite. Si no es Dios, es Bush,y si no es Bush, es Dios. Y después la Palacio pone la guinda.

Por supuesto, la una se puso de grana y oro con santa Teresa, y en Localia, Manzano se emocionaba con las procesiones de Badajoz, que ¡hasta con El Descendimiento se quisieron quedar en Sevilla! Sólo falta que Manzano y Antonio Pascual se echaran unos lloros, que Pascual, no se sabe qué le ha dado Celdrán, digo qué arma química no le habrá dado, que llora por todo.

Qué tendrá esta Semana Santa que se ha puesto imposible con Carmina Ordóñez arañándose la cara y mesándose desesperada los cabellos con la ayuda de Quico Matamoros. Tenía que llegar la democracia para que saltaran todos los fusibles de las pasiones. Primero fue el Carnaval, y ahora la Cuaresma y la pasión. Ahí están los frenopáticos, que no se cabe.