El gobierno extremeño, como no podía ser de otra manera, se ha puesto del lado del sector del cava regional, asentado fundamentalmente en Almendralejo, a la hora de defender sus intereses e impedir las pretensiones de los productores catalanes quienes quieren establecer limitaciones en la producción impidiendo ampliar el número de hectáreas dedicadas a estos cultivos. Las ventas de cava extremeño se han multiplicado por diez en la última década y las bodegas de la región no han podido satisfacer toda la demanda de sus clientes este año, teniendo, incluso, que rechazar algunas solicitudes de compra. Por eso, quieren ampliar la superficie de cultivo al comprobar que la calidad de sus caldos ha mejorado ostensiblemente y tienen cabida en el mercado nacional e internacional. El crecimiento exponencial de las ventas del cava extremeño es espectacular, en solo 12 años se ha pasado de comercializar 75.000 botellas a 5 millones. El Ministerio de Agricultura tiene una patata caliente que solucionar encima de la mesa, pero no puede ser que se pretenda adecuar el sector para beneficiar a unos si ello conlleva cortar la capacidad de crecimiento de otros. El mercado es libre y la competencia está en la calle y se deben aplicar razones técnicas o económicas, nunca de otra naturaleza.