TMtuchas veces el hombre utiliza el arte para gritar "¡socorro!". Muchos artistas se valen del arte para trasmitir sus vértigos y sus insatisfacciones a esta bestia terráquea que es este mundo que avanza por el tiempo hacia un futuro incierto. Podemos tomar como ejemplo a Goya , a Juan Genovés , a Francis Bacón , pintores cuyas obras --el tenebrismo del maestro aragonés, la escenificación de la tortura y soledad del individuo frente a la vida del valenciano, la significación de la angustia del dandy irlandés-- no tendrían sitio en el edén de paz y gloria que quizá nos espere en el más allá.

Ahondando en la obsesión del hombre contemporáneo por manifestar sus disconformidades con el tiempo que le ha tocado vivir, podemos llegar a propuestas escabrosas, desde heces humanas enlatadas a modo de conserva como una predicción pesimista de futuro, hasta el castigo a un perro a permanecer atado durante varios días sin comer en una habitación, mero acto infrahumano, prueba de la crueldad del hombre.

Algunos artistas intentan levantar polémicas que les empujen a la notoriedad. Pero ocurre que a veces aprovechan inadecuadas coyunturas que restan originalidad y valor creativo a sus obras. Este es el caso de Sebastiano Deva , el artista napolitano creador de Amor Sagrado , un crucifijo cubierto con un preservativo que ha originado mucha polémica en Nápoles. Sebastiano ha utilizado un icono y un objeto demasiado manidos porque suscitan a diario muchas controversias, y por lo tanto su obra llevaba implícita una descarada intención de provocar más que de transmitir. Como era de esperar, el crucifijo con el preservativo de Sebastiano enseguida ha sido considerado irreverente y retirado de una exposición organizada por el Ayuntamiento de Nápoles. La consabida polémica para una propuesta provocadora demasiado trillada.

La provocación también puede ser arte, pero seguramente Sebastiano olvidó que un artista para provocar también debe ser original.