La Universidad de Extremadura (Uex) atraviesa hoy en día un larvado problema estructural debido, especialmente, a su explosivo crecimiento en un corto espacio de tiempo. Es, en esencia, una cuestión de dimensión, donde la oferta y la demanda de especialidades no han ido de la mano en esta nueva génesis de la institución. La carencia de personal docente en siete facultades no es más que una de las múltiples consecuencias de esta situación, que se suma el hecho de que la mitad de las nuevas plazas de especialidades no se hayan cubierto. La falta de profesorado y de alumnos no tiene por qué ser consecuencia de la improvisación, aunque detrás de este problema subsisten muchos motivos que los gestores universitarios deberán analizar caso por caso.

Este gran crecimiento de la Uex, con todos los flecos que va dejando visibles, viene acompañado por comportamientos o actitudes que pueden rozar lo paradójico, como las propuestas para constituir nuevos campus, un pensamiento más bien derivado del voluntarismo administrativo o político que de otras consideraciones puramente prácticas. Con todavía un largo recorrido por delante, sobre la universidad subyacen hoy numerosas asignaturas pendientes que son necesarias aprobar para clarificar su futuro.