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Ayer visitó el monasterio de Guadalupe la Reina de España. Con este paso se otorga continuidad a la larga tradición de que los monarcas vengan a rendir devoción a la Virgen María en esta advocación tan antigua y tan señalada en la historia.

Ya en la lejana Edad Media, la fama de este lugar apartado y de difícil acceso llegó a ser conocida pronto por el rey Alfonso XI. Al final de un manuscrito del S XV se alude a ello. Fray Diego de Ecija, en su Libro de la invención de esta Santa Imagen de Guadalupe, nos dice que "como el noble rey don Alfonso hubiese oído la mucha devoción que las gentes tenían en este santo lugar e iglesia de Guadalupe, donde está Nuestra Señora, que nuevamente había aparecido, y de los muchos y grandes milagros que encomendaban y demandaban su ayuda a título de Guadalupe, movido con mucha devoción de esta Madre de Misericordia, propuso en su corazón venir a visitar la santa imagen en esta su iglesia, de honrar y ennoblecer este santo lugar por ser visitado de Ella". Es posible que Alfonso XI iniciara con esto una serie de venidas a Guadalupe, aunque no podemos precisar cuántas fueron. Tenemos constancia al menos de una de ellas, gracias a una carta dada en Cadalso el 25 de diciembre de 1340 (tras la batalla del Salado), en la cual lo afirma expresamente. Además, en los libros de la Montería , atribuidos a este rey, se describen con gran detalle los alrededores de Guadalupe y se dice que son "buenos montes de osos en verano". Tenemos también noticias de la llegada al santuario del rey don Juan II en enero de 1430, cuando vino con su privado don Alvaro de Luna, permaneciendo algún tiempo con su corte y concediendo amplios privilegios y prebendas, lo cual produjo gran regocijo en las tierras extremeñas, que habían sufrido tiempos difíciles por las contiendas habidas entre los diversos señores feudales.

En marzo de 1435 vinieron los reyes don Juan y doña María de Aragón con su hijo el príncipe don Enrique y permanecieron una larga temporada en el monasterio, parte de la Cuaresma y la Semana Santa. Se hicieron grandes fiestas con este motivo, una vez llegada la Pascua. A principios de 1464, durante el priorato del P. Marquina, tuvo lugar la primera visita de Enrique IV, después de su coronación. Vendrían también doña Isabel, hermana del rey, y la reina doña Juana para entrevistarse en el cercano lugar de Puente del Arzobispo con don Alfonso de Portugal y concertar casamientos. El monarca portugués también visitó el monasterio. Años después, muerto ya Enrique IV, su cadáver fue traído a Guadalupe para ser sepultado en el mausoleo construido a sus expensas por don Pedro González, cardenal arzobispo de Toledo.

Los Reyes Católicos recurrieron al monasterio en 1475 para solicitar ayuda al comienzo de su reinado y con tal motivo visitaron en septiembre de ese año Guadalupe por primera vez. Volverían en 1477, para dar gracias tras la victoria contra los portugueses y una vez lograda la pacificación de Castilla y León. Vendrán de nuevo dos años después, en 1479, a pasar una larga temporada, despachando asuntos importantes de los reinos y recibiendo constantes embajadas de reyes y príncipes. Y aquí, en Guadalupe, recibió don Fernando la noticia de la muerte de su padre, el rey de Aragón, que le obligó a abandonar el monasterio para marchar a ese reino. Regresarían los reyes, juntos o por separado, en 1483, 1486, 1488, 1489. La visita más larga y más importante es sin duda la de 1492, por estar relacionada con la toma de Granada y con el Descubrimiento de América. En enero de 1495 los reyes volvieron, según atestigua indirectamente el viajero Jerónimo Müzer. La última visita de doña Isabel sería en 1502. Y en 1516 moriría el rey don Fernando en la casa que el monasterio poseía en Madrigalejo, precisamente cuando venía a celebrar en el santuario el Capítulo de la Orden de Calatrava. El emperador Carlos V vino desde Toledo, por Talavera, en 1525 y pasó la Semana Santa. En 1544 estuvo el príncipe Felipe, acompañado de sus dos hermanas doña Juana y doña María,. Hecho rey, Felipe II vendría con ocasión de su partida para Córdoba a donde se dirigía para sofocar la revuelta de los moriscos de Granada en 1570. Tan complacido quedó que se llevó al prior y a 19 monjes para fundar el monasterio del Escorial. Y en 1574 se celebró en Guadalupe la entrevista entre Felipe II y don Sebastián de Portugal. La sucesión de visitas es ininterrumpida hasta la llegada en 1928 de don Alfonso XII para la Coronación, efemérides que celebramos satisfechos porque la monarquía española haya sabido entroncar con tan larga tradición.

Aunque, teniendo presente la precariedad de los caminos de entonces y los medios de transporte del pasado, sus majestades deberían hoy prodigarse más para acercarse a los esfuerzos de sus augustos predecesores. La Virgen María se lo premiaría y nuestra Extremadura sabría agradecerlo como acostumbra.