XExn el mundo entero se está recordando con actos de diferente naturaleza, el sesenta aniversario de la liberación de Auschwitz, paradigma del exterminio judío por los nazis, por las tropas soviéticas. Con seguridad que de similar e incluso idéntica manera, habrán comenzado muchos artículos dedicados a esta triste efeméride, unos habrán salido de plumas excelsas, otros los escribimos plumas muy modestas. Pero comenzamos lo mismo, porque en el fondo lo que iniciamos es una oración laica. Y así como el Padre Nuestro cristiano, una hermosísima oración, por cierto, lo expresan de análoga manera las personas más diferentes, algunas oraciones laicas, y esta es una, son interpretadas en su universalidad de análoga manera.

El rezo y la meditación; meditación histórica, sí, pero sobre todo aplicada a nuestros días. Dentro de casa y fuera de casa. Porque lo pavoroso de Auschwitz es que pone al descubierto oscuros aspectos de la condición humana, que nos demuestran claramente la capacidad asombrosa que el ser humano tiene para odiar y aniquilar. Es como si portáramos un material genético heredado de nuestros más oscuros y crueles ancestros, tan sólo dormido y dispuesto a despertarse en cuanto las circunstancias le son mínimamente favorables.

El holocausto judío, no es la obra de un puñado de vesánicos a las órdenes de unos monstruos, esos son tan sólo los verdugos, un oficio de rango ínfimo y al que van los que no sirven para otra cosa. Hay mucha parafernalia de botas, uniformes, cruces gamadas y seres humanos convertidos en piltrafas a la hora de exponer la barbarie del Holocausto, no digo que sobren, pero lo que sí falta y falta en demasía, es el análisis global de la cuestión. La pavorosa pasividad de un pueblo altamente desarrollado, que asume con naturalidad la inferioridad y perversidad de un grupo humano étnico-religioso y se le condena globalmente. Cada judío no es condenado por su conducta, sino por su pertenencia a la comunidad judía.

Las raíces hay que buscarlas, en el progresivo deslizamiento del consentimiento social, alienado por los medios de comunicación de la época, ya que, la práctica totalidad de la sociedad alemana de su tiempo lo sabía, y muy pocos se opusieron a ellos.

La censura, sea dicho en voz baja, porque todos amamos mucho nuestra vida, fue singularmente pequeña, para la gravedad de los hechos. Pero, es mas, los nazis, predican la persecución activa del judío y suben democráticamente al poder. Y la sociedad se va impregnando de ese odio, y se juega al maniqueísmo, en donde la verdad está siempre y sistemáticamente en un lado. Y al final el odio y la división crean abismos insalvables.

Quienes crean que la Humanidad ha conjurado estos males se equivocan, cambian las formas de expresión, cuando cambian, pero permanece el fondo de la barbarie. ¿Qué son las guerras con limpieza étnica? ¿Qué ha ocurrido en los Balcanes? ¿Qué ha ocurrido en el centro de Africa? Y el horror es muy grande y si no hubiera sido por la intervención internacional, la situación hubiera sido mucho peor.

En las sociedades maduras, los ciudadanos debemos descalificar radicalmente a quienes sistemáticamente se propician como poseedores de la justicia y de la verdad, crispando la convivencia, e intentando dividirla en grupos antagónicos. La actualidad española no es ajena a esta cuestión, nuestra historia es tremenda al respecto. Y nuestra capacidad de llegar a odiarnos y matarnos, muy grande. Tampoco debemos pensar que nuestro cainismo es singularmente acusado, respecto al de otros países, pero sí debemos estar avisados y aplastar el huevo del monstruo antes de que se incube. Así que al que crispe, ni se le escuche, ni se le lea, y sobretodo, no se le crea, porque miente. Sean tirios, sean troyanos.

*Ingeniero y director general de

Desarrollo Rural del MAPA