A falta de otros pronunciamientos sobre un debate abierto ya de forma explícita antes de las pasadas autonómicas, resulta cuando menos reveladora la moción aprobada anteayer por todos los grupos políticos del Ayuntamiento de Badajoz para proceder a solicitar la puesta en servicio de una autovía entre ambas capitales de provincia extremeñas. Ni siquiera hicieron falta veinticuatro horas para que desde el Ayuntamiento de Cáceres, esta vez a través de su alcalde, se aplaudiera la iniciativa tomada en el pleno pacense y se insistiera en la necesidad de la construcción de una vía de alta capacidad entre las dos urbes más pobladas de Extremadura.

Sin mirar a ninguna administración en concreto, según lo planteado en su propuesta por el portavoz pacense de IU, parece llegada la hora de abordar con cierta altura de miras un proyecto que solamente queda por definir técnicamente. La voluntad política, sea de la administración central como de la autonómica, debería suponerse en este caso. Y, desde el plano técnico, sólo si una intensidad media diaria de vehículos lo justifica es abordable una infraestructura de tamañas características. En cualquier caso, en pleno siglo XXI y con otras vías similares que conectan poblaciones menores, parece más que obvia una autovía Cáceres-Badajoz.