El rechazo ayer de la Asamblea de Extremadura a la propuesta del PP para que la Junta convierta en autovía la carretera que une Cáceres y Badajoz va a generar polémica. Si bien nadie duda de que a mejor infraestructura, menor riesgo de accidentes, habrá que explicar bien a la población dónde está el límite del interés social para rechazar algo que es bueno para una buena parte de la población extremeña. El proyecto de conversión en autovía de la histórica carretera que une las dos capitales de provincia y que es salida hacia Lisboa para los cacereños es ciertamente costoso (unos 400 millones de euros), si bien los recelos que se levantarán también son lógicos al no entender muchos por qué eran prioritarias otras vías rápidas regionales y no lo es ésta. Lo más importante ahora quizá sea conocer los planes inmediatos del Ministerio de Fomento, ya que si todas las capitales de provincia deberán estar unidas por autovía sin peaje, las extremeñas llevan tiempo reclamando esa obra y por unas cosas o por otras siempre se pospone. Si otras provincias han logrado que la construcción de las vías rápidas sean financiadas con cargo a los presupuestos del Estado, las dos extremeños tienen derecho a que se les trate por el mismo rasero y por tanto deberían ser incluidas en los planes ministeriales.