El embajador portugués en España, Alvaro Mendoça e Moura, participó ayer en la primera jornada de ´Agora, el debate peninsular´ y, quizás llevado por la alegría de que el partido socialista haya ganado las elecciones generales, regaló los oídos al auditorio al manifestar que en el 2013 "un pasajero tomará el AVE en Lisboa y se bajará en Madrid".

Es cierto que la victoria de José Sócrates el pasado 27 de septiembre abre la posibilidad de que la construcción de esta línea de Alta Velocidad no se paralice, como pedía su contrincante del PSD, Manuela Ferreira, y el trámite administrativo de adjudicación de las obras del primer tramo, que paralizó el propio Sócrates a la espera de los resultados electorales, continúe donde se dejó hace medio año. Pero de ahí a asegurar, y hacerlo además con el énfasis que ayer empleó el embajador, va, desgraciadamente, un largo trecho. Un trecho que tendrá que recorrer la parte española de la obra, ya demorada su construcción hasta el 2014 según el proyecto de Presupuestos del Estado presentado este mes. Y un trecho que tendrá que recorrer la parte que representa el embajador Mendoça y que incluye la construcción de un puente para salvar el estuario del Tajo. Si Portugal, o cualquier país desarrollado, es capaz de hacer esa obra, cuyo trámite administrativo ni siquiera está iniciado, para que entre en servicio antes del 31 de diciembre del 2013, habrá asombrado al mundo.