El presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, ha llevado a Europa los problemas a los que se enfrenta el cultivo del tabaco en Extremadura. Primero a Italia, donde participó en unas jornadas técnicas sobre la situación del tabaco en los diferentes países europeos productores, y ayer a Bruselas, donde se entrevistó con la comisaria de Agricultura Mariann Fischer. En ambos encuentros, Fernández Vara ha expuesto las razones por las cuales es necesario que las ayudas comunitarias a este cultivo no acaben, como está acordado desde el año 2004, en el 2010, sino que se prolonguen hasta el 2013. El presidente extremeño ha planteado un nuevo enfoque: las ayudas al tabaco no son un problema de mercado; no de ayudas a un cultivo determinado, sino un problema de empleo debido a las especiales circunstancias que se concitan en el caso español: más del 90% del tabaco de nuestro país se cultiva en el norte extremeño y en esa zona la práctica totalidad de la actividad agraria gira en torno al tabaco. Consecuentemente, la pérdida de las ayudas significará la ruina del sector básico de la economía de las comarcas del norte regional y la pérdida del medio de vida de 20.000 personas. Una catástrofe social.

El enfoque es acertado porque sitúa el problema en una dimensión real y porque, además, lo que Extremadura pide a Bruselas es tiempo, tres años. No es el mantenimiento ´sine die´ de las ayudas sino un plazo para que el sector se adapte al mercado, de modo que se pueda seguir cultivando tabaco en la Vera, sin necesidad de recibir ayudas comunitarias.

El asunto no es fácil. Hay que convencer a los Veintisiete para que apoyen más allá del plazo ya establecido del 2010 a un cultivo que en estos momentos es el ´coco´, uno de los primeros agentes nocivos para la salud a los que la sociedad europea le ha declarado la guerra. En este contexto, muchos de los ministros de Agricultura de los países de la Unión, que además no son productores, se tentarán la ropa antes de dar el sí que reclama Extremadura y exponerse a que su decisión sea rechazada por sus opiniones públicas.

Lo que el presidente plantea es un fino encaje de bolillos, y para ello España tendrá que negociar con mucha inteligencia para lograr un apoyo mayoritario de Europa a los tabaqueros extremeños. En este sentido, parece ser que la Presidencia de Francia, a la que accede por turno en el segundo semestre de este año, es una circunstancia favorable a estos intereses.

En cualquier caso, no toda la incertidumbre sobre el futuro del tabaco debería estar pendiente de la decisión de Bruselas. El difícil porvenir de este cultivo se atisba desde hace más de un lustro y no solo porque haya entrado en el saco de los productos estigmatizados, sino por sentido común: no puede sostenerse un cultivo que está pendiente, en más de un 90%, de ayudas externas porque sus días, muchos o pocos, están contados. A menos que el propio sector acometa la necesaria reconversión y se vayan buscanco alternativas. Hace unos años, la Junta abrió una línea de investigación que pretendía contestar a la pregunta ´Después del tabaco, ¿qué?´ Esta pregunta, sin duda decisiva y que su verdadera formulación es ´Después del tabaco subvencionado, ¿qué?´, todavía permanece sin respuesta.