No es una epidemia, ni un movimiento organizado. Son presos mediáticos que pretenden utilizar este instrumento para chantajear a los jueces. En el caso de los inculpados del 11-M lo tienen crudo con el juez Gómez Bermúdez . Porque, en los largos meses en los que ha estudiado hasta la última coma del sumario antes de sentarse a presidir el tribunal, el juez viendo el caso de De Juana ya sospechó que algo así podía sucederle con los islamistas.

Por eso su reacción ha sido tan rápida. Ni una broma, si dejan de comer y beber serán hidratados a la fuerza y, si eso les impide acudir a la sala, el juicio seguirá sin ellos. Lo que no van a conseguir los islamistas, acusados de la mayor matanza terrorista en España, va a ser parar el juicio. Solo desde el fanatismo alguien puede llegar a pensar que su caso es similar al de De Juana, o que su muerte voluntaria va a levantar algún movimiento de solidaridad en algún sector de la sociedad.

Gómez Bermúdez va a dar orden para que se les alimente a la fuerza por lo que en el mes de julio, cuando es previsible que acabe la vista oral, puede que estén ingresados en un hospital, con suero o sondados. Eso si para entonces persisten en su actitud.

Porque también podría pasar que desistieran del martirologio como hizo otro preso famoso en las revistas del corazón: Julián Muñoz . No tardó ni una semana en cambiar de idea y pedir un plato de macarrones. Con lo que consiguió acallar las voces que, preocupadas por su resistencia, aseguraban que el ejemplo del sanguinario etarra (y la autorización de su traslado a un hospital) era un camino que podían seguir otros presos.

Pese a que los islamistas hicieron sus numeritos teatrales, tocándose el estómago con gestos de dolor y uno de ellos llegó a tumbarse en el banco de los acusados y fue expulsado de la sala por orden del juez, las pruebas de glucemia que se les realizan cada día demostraron que están bien después de seis días de huelga. Lo que demostraría que, o bien el ayuno no es muy estricto, o que resisten bien el hambre.

Si Gómez Bermúdez ha sido capaz de separar el trigo de la paja, de poner en su lugar a los abogados de la acusación particular más interesados en apoyar la teoría de la conspiración que en defender a las víctimas, y de escuchar todos los testimonios necesarios para que nadie se sienta indefenso, este chantaje no va a suponer ningún problema.

*Periodista