XLxa celebración del 25 aniversario de la constitución de los ayuntamientos democráticos españoles es una buena ocasión para dejar constancia de su papel fundamental en la consolidación del proceso generado por la Constitución del 78, como eje vertebrador de la democracia y del desarrollo de los pueblos.

Las primeras elecciones municipales de 1979 suponen también un antes y un después para la primera célula de la democracia --los ayuntamientos, los municipios-- tantas veces olvidados y tan pocas reconocidos en su contribución al asentamiento de los valores encarnados por el sistema elegido por la gran mayoría de los españoles un año antes. El propio presidente del Gobierno de la Nación lo acaba de reconocer en su discurso de investidura cuando, al referirse a la participación y coordinación de todas las administraciones públicas, afirmaba: "Para asegurarlo, no obstante, nos queda aún una deuda pendiente: la del reconocimiento efectivo del papel de los ayuntamientos españoles" y apelar seguidamente al diálogo con la FEMP como canal mediante el cual se puedan alcanzar acuerdos "que exigirán generosidad y reconocimiento por parte del conjunto del Estado", en palabras de Rodríguez Zapatero .

En efecto, el panorama que afrontan los ayuntamientos democráticos en el 79 es tan desalentador como ilusionante la tarea por hacer: Construir la democracia desde abajo, utilizando el instrumento más próximo al ciudadano para hacer efectivos los derechos y deberes de la democracia. Sólo la fe de aquellos hombres y mujeres avalados por la soberanía popular pudieron afrontar la tarea que les esperaba, un todo por hacer donde reinaba la nada: no había ley (la Ley de Bases de Régimen Local no llegaría hasta el 85), no había financiación (la Ley de Haciendas Locales es del 89), las corporaciones locales no estaban dotadas de reglamento de organización, funcionamiento y régimen jurídico, que no llegó hasta el 86; los concejales carecían de experiencia de gestión; era una clase política que empezaba a cursar la Primera en democracia.

Sin embargo, si importantes son los instrumentos jurídico-financieros para hacer posible los objetivos que la Constitución y las leyes otorgan a los ayuntamientos, más aún lo son las carencias infraestructurales con que los ayuntamientos se disponían a hacer frente a su enorme tarea. Muchos pueblos carecían aún de los servicios más elementales. ¿Cómo asentar y hacer florecer una semilla democrática naciente en este estado de cosas? Los regidores municipales, conscientes de la situación y de las necesidades perentorias de pueblos y ciudades, comienzan por arreglar la casa para poder vivir dignamente. Y, en una hábil conjugación en el tiempo y en el espacio, ambos fueron dilatándose y expandiéndose hasta hacer real esa labor siempre inacabada del desarrollo de los pueblos, de la democracia en su estado más puro.

Es ilusionante reconocer que, hoy, esos ayuntamientos que iniciaron su andadura democrática un 20 de abril de 1979, con la toma de posesión de sus alcaldes, piensan de forma diferente. Hoy los retos son: mantener los servicios ya creados y mantener el medio ambiente, crear empresas, empleo, dotar de infraestructuras industriales a sus zonas. Una gran etapa de inversiones se ha cubierto gracias a la intervención solidaria de las diputaciones provinciales y la Junta de Extremadura. Pero ha sido el tesón de los alcaldes y concejales en estos años los que han hecho posible que hoy se reconozca al ayuntamiento no como un edificio, sino como una institución que da soluciones a los problemas de los ciudadanos.

En un aniversario como el que acabamos de cumplir es, pues, oportuno reconocer el mérito y el papel decisivo que jugaron aquellos primeros concejales de la democracia. Fueron verdaderos héroes que, partiendo de la nada, han situado a sus pueblos y ciudades en un punto de partida que nos permite hoy hablar de más y mejores servicios, pendientes de una más eficaz financiación para hacer posibles sus retos, de una mejor coordinación de todas las administraciones públicas.

Mientras avanzamos en la mejora de estos objetivos --que no son otros que el bienestar económico, cultural y social-- es justo no olvidar el papel desempeñado por aquellos pioneros, por los partidos políticos y cuantas organizaciones convergieron en aquella hora decisiva de la administración local, de la constitución de los ayuntamientos democráticos, en donde la política tiene caras, nombre y apellidos.

*Consejero de Desarrollo Ruralde la Junta de Extremadura