Escritor

Si hay una palabra que desde los preliminares de la guerra de Irak hasta su final (aún penumbroso) caracteriza el sentir de nuestra vida política nacional, el término sería crispación. Un sentimiento antibelicista, y antiimperialista y demandador de justicia para los pobres del mundo, causa la ira que José María Aznar atribuye a manejos de la oposición (que cumple su papel) y a quienes en su clásico mal uso del lenguaje llama radicales. ¿No es radical el propio Aznar desde otro ángulo de mira? A mi entender, el principal causante de la crispación es Aznar mismo (más que el PP), un Aznar que no sabe ni puede dar otra imagen que la de su arrogante prepotencia y un más que altanero orgullo. Pésima para el político. Aznar crispa.