El próximo miércoles arranca en Badajoz el primer servicio municipal de bicicletas de alquiler. Esta iniciativa forma parte del programa conjunto de la Junta con las ciudades más pobladas de nuestra región para tratar de implantar la bicicleta como medio de transporte urbano. Es de confiar que más pronto que tarde vayan inaugurando el servicio el resto de ciudades comprometidas con el programa. Después de la fallida experiencia de Plasencia, hay que hacer votos para que la que comienza el día 28 en la capital pacense arraigue y se desarrolle. Y no solo por una cuestión de salud ni por la mejora del medio ambiente, que también, sino porque la introducción de la bicicleta en nuestras ciudades deberá tener efectos beneficiosos sobre el propio tráfico. Y ello porque el uso de la bicicleta en las ciudades de la región no es fácil. De entrada, tiene en contra a la mayoría de los conductores. Sin embargo, si se extiende el uso y, al final, se llega a una situación en la que, por el número de ciclistas, los conductores tienen que compartir la calzada con una máquina tan frágil como la bicicleta --es lo que toca mientas no se haga un circuito de carril-bici que acceda a todos los barrios-- tendrán necesariamente que variar sus usos y acentuar la prudencia.

La bicicleta es civilización. Los vecinos de centenares de ciudades europeas, con peor orografía y clima que las extremeñas, confían en ella para su transporte. Es hora de incorporarse a ese club.