Son las balanzas fiscales publicadas recientemente por el Gobierno, otro motivo de controversia y discusión entre comunidades autónomas. Que unas regiones tienen mayores recursos que otras, mayor riqueza, población, y por lo tanto más cotizantes, es algo sabido por todos. Cuantificar esa diferencia en términos económicos única y exclusivamente, diciendo qué comunidades aportan y reciben más o menos, es algo que en un estado de derecho bajo el paraguas de la Constitución, como es nuestro Estado, no puede medirse en esos términos. No cotizan los territorios, sino las personas. Si los españoles pagamos los mismos impuestos directos e indirectos, estamos sometidos a las mismas leyes, dependemos de la misma caja única, y pertenecemos a la misma seguridad social. ¿Por qué algunos consideran que deben tener mayores beneficios de eso que los otros?

Presume la izquierda de nuestro país de solidaria, de plural, de ecuánime, de defender a los desfavorecidos frente a los poderosos, de representar a los pobres. Y es esa misma izquierda la que por ostentar el poder se presta a las exigencias de grupos minoritarios, curiosamente también denominados de izquierdas, que amparándose en argumentos clasistas, de mayor población, de riqueza general, pretenden la desigualdad entre españoles, la diferenciación de las personas, teniendo en cuenta el lugar de providencia, y el número de cotizantes que haya a su alrededor.

Evidentemente si Madrid, Baleares, Cataluña o País Vasco aportan más recursos económicos al Gobierno Central, y Extremadura menos, es entre otras cosas porque en esas regiones hay más riqueza generada a lo largo de la historia por personas trabajadoras y emprendedoras que con su esfuerzo hicieron grandes avances para nuestra sociedad. Cuentan con mayor población, mejores servicios, más oportunidades y un sinfín de circunstancias que hace de cada una de ellas una región capaz de aportar beneficios para seguir construyendo a este país llamado España. Pero el extremeño también ha hecho grandes esfuerzos por el desarrollo de nuestra sociedad, y tal vez, sean esfuerzos callados, no reconocidos y muchas veces castigados, por el mero hecho de haber sido humildes. No es el extremeño persona dada al esfuerzo y al trabajo buscando la palmadita en la espalda, sino que lo hace sabedor de su condición, como una tarea necesaria y obligada para el bien común. Siempre hemos sido grandes gregarios, trabajadores incansables y esforzados, necesarios para el lucimiento final del equipo o del líder, y es por esa condición y circunstancia, por no ser los primeros en entrar en meta, por lo que no hemos sido reconocidos por esos campeones desagradecidos y egocéntricos.

¿Cuántos extremeños hay por toda España trabajando en beneficio de nuestro país?, ¿cuántos emigrados en Cataluña, País Vasco, Madrid? Auténticos sacrificados de un desorden territorial que hace a unas comunidades más ricas que a otras, y con más oportunidades. Si a esos extremeños les preguntaran donde quieren que se inviertan sus impuestos, seguramente todos dirían en Extremadura, pero eso no es posible si se encuentran trabajando y por ende cotizando en otras comunidades. Por eso si todos somos españoles, es lógico, y no de izquierdas, que unas comunidades ayuden al desarrollo de otras para que todos tengamos las mismas posibilidades y oportunidades, para que todos seamos y nos sintamos más iguales y no más diferentes, y para que los ricos no sean más ricos ni los pobres más pobres.

Son las balanzas fiscales publicadas por Zapatero , el argumento necesario que buscaban los separatistas, nacionalistas y socialistas catalanes, para exigir más por ser más ricos, y que nos lo quiten a los pobres para ser más pobres. Sinceramente, no puedo entender que el Sr. Montilla , hijo de un emigrante andaluz, pueda pensar así; no puedo creer que un socialista, si de verdad lo es, como el Sr. Zapatero, pueda presumir de socialista, y permita que esto suceda; y por supuesto no puedo entender, como el socialismo español y catalán pretende humillar y hundir al pueblo extremeño, y la única manera que tengamos de pagarles este agravio es dándole una y otra vez la mayoría de votos elección tras elección. Tal vez sea por esa condición de gregario que hemos tenido siempre, pero que para la Extremadura del futuro debemos aparcar, hacernos fuertes en el pelotón, y llegar a meta los primeros, para que de una vez por todas se reconozca lo que la historia no ha sabido premiar, y para que los que están acostumbrados a ganar, aprendan humildad, dignidad y saber perder.

* Diputado provincial del PP (Cáceres).