Escritor

En los bancos todos sabíamos que nadie te regalaba nada, sino todo lo contrario, pero el solo hecho de recibirte un comercial, o el propio director, ya te animaba. Después, el director te cantaba las cuarenta, pero de otra manera:

--La vida que llevas, Paco, no te conviene. En tu tarjeta observo que no paras de tirar el dinero. Te llevas comprando cuatro pares de zapatos, y me pregunto qué haces con ellos.

--Es que son para distintas horas... No puedo ir con los mismos zapatos a la Mandrágora que van los moteros, que a un concierto de la Orquesta de Extremadura. Si por ejemplo voy de botellón, me pongo las adidas , que te puedes mear encima de ellas porque se lavan...

Con el nuevo director esto no es posible. Es un desconocido que aprobó los exámenes de Botín, cuyo lema es "en la banca nadie conoce a nadie":

--¿Qué desea usted...?

--El recibo de Telefónica que me lo han pasado...

--Efectivamente. No tenía usted fondos y lo devolvimos y ahora lo pasan con recargo.

--¿Y el recibo de rodaje...?

--Igual.

--Pero si el concejal de Hacienda dice que se ha espiritualizado estudiando religión.

--No se fíe. Un banco es un banco. Aquí no venimos a perder el tiempo. Nuestro lema es el de "esto se consigue contigo o sin ti".

--¿Y qué puedo hacer?

--Cambiar de vida.

Y después están aquellos otros tiempos en que el banco te mandaba por Navidad un mazapán de Toledo y te felicitaba por tu santo, te preguntaban por la familia, seguían los estudios de tus hijos y se solidarizaban contigo: en los desastres, acompañándote en el sentimiento y en los premios, tratando de que dejaras el dinero en el banco. Es lo mismo, pero que llegues a un banco y el director sea el cajero, desmoraliza.

Sólo Caja Extremadura y Caja Rural de Almendralejo siguen el camino antiguo. Pero es que Jesús Medina y Fernando Palacios tienen algo especial que les distingue. Por lo menos saben dar ánimos, que no es poco.